Pedri encarna La Masia perdida de Laporta
«Desde que el cocinero se jubiló no hay nadie que de verdad se preocupe por lo que come cada muchacho»
Fútbol
Octava lesión muscular desde que el Barça lo fichó hace dos años y medio. 15 partidos se ha perdido este curso sin contar los que le quedan. Cuando llegó al club tenía la mejor actitud del mundo, hambre y sus conocidas cualidades como futbolista. Le hicieron jugar todo, con el Barça y con España. Lo exprimieron. Explotaron. Lo machacaron de tal modo que en su segunda temporada las lesiones y las recaídas empezaron a destrozarlo.
Le exigieron que fuera el líder de lo que los demás habían abandonado, pero lo dejaron solo y lo cuidaron tan poco que lo han acabado desmontando. No sólo las lesiones son su problema: la falta de atención y de seguimiento lo han desconcentrado. No es que sea un quinqui pero últimamente sale demasiado y algunas noches llega a casa mareado. Nadie le está enseñando a ser un profesional. El talento es básico pero necesitas oficio para ser un buen profesional.
La calidad innata se desvanece si no aprendes a trabajarla. A Santiago Bernabéu lo acusaban de paternalista pero cuidaba de sus jugadores. También Núñez, Cruyff y obsesivamente Guardiola. El Athletic explicó a los Williams qué era y por qué el club al que habían llegado y ahora el mayor es el capitán. El Éibar, a los menores de 18 años, los obliga a vivir en Éibar por razones obvias. A los mayores los deja elegir entre Bilbao y San Sebastián. La nutricionista les prepara el almuerzo, que toman en el choco, y les deja tápers con lo que tienen que comer en sus casas por la noche. La presidenta del club busca colegios para los chicos, y para los hijos de los fichajes, y ella misma los acompaña a visitarlos.
A Pedri nadie lo acompaña a ninguna parte. Tampoco a Gavi: se lesionó en la selección pero nadie le dijo que no podía jugar tanto.
Ahora el Barça dice que quiere cuidar a Lamine Yamal, pero los mismos que se presentan como sus grandes protectores le exigen que les salven de los problemas que ellos mismos han creado. Pau Cubarsí es otro futbolista excepcional al que a los 17 años se le pide que asuma una situación que sobrepasa en mucho lo que a su edad puede gestionar.
La Masia ha perdido el alma y esto se nota en las categorías y en los detalles. Antes los chicos estudiaban en el instituto León XIII y compartían experiencias con los de su edad. Ahora son los profesores los que acuden a la ciudad deportiva y estudiar ya no es importante para un club que vive del postureo. Por poner un ejemplo: dan a los chicos conferencias sobre las redes sociales pero nadie controla lo que luego hacen con ellas. Y otro: el primer equipo cuenta con el consejo de la excelente dietista Sílvia Tremoleda, pero en La Masia, desde que el histórico cocinero Avelino se jubiló, hace muchos años, no hay nadie que de verdad se preocupe por lo que come cada muchacho. Se te aplica el protocolo nutricionista y que Dios te ampare.
¿Es dejadez? Lo es. Pero no solamente. También es mezquindad. Carles Folguera fue el brillante y emblemático director de La Masia. Eran los años míticos de Pep. Laporta en su regreso nombró a Mike Puig, pero a pesar de su gran labor lo despidió porque había que colocar al jugador de balonmano Xepkin, que es amigo de Enric Massip y había ayudado en la campaña electoral. El ucraniano fue sin duda un gran deportista, pero
¿qué sabe de cómo se lleva La Masia? Otro navajazo menor, pero que dramáticamente ilustra dónde estamos: mientras Laporta y sus amigos comisionistas derrochan en fichajes absurdos, el club ha dejado de pagar los taxis a los chicos que viven fuera de Barcelona y no se quedan a dormir en La Masia porque «tenemos que ahorrar».
No, las lesiones de Pedri no son casualidad.