Todos los líderes que estaban en la escena política el 11-M ya no desempeñan cargos públicos
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El PP tendría que esperar hasta finales de 2011 para recuperar el poder. Zapatero tiró la toalla y no se presentó
que la relación entre el PSOE y el PP estaba rota. El Pacto Antiterrorista, suscrito en 2000, se quedó en papel mojado tras un cruce de acusaciones y reproches de las dos formaciones.
Guerra de relatos
Dos meses después de la cita electoral, los partidos acordaron crear una comisión de investigación en el Congreso sobre el 11- M. Aznar, Rajoy y otros dirigentes del PP comparecieron, al igual que los mandos policiales y Zapatero y Rubalcaba. La comisión concluyó sus trabajos con una serie de recomendaciones. El PP se negó a votar a favor y a admitir que se había producido una falta de previsión. Sus dirigentes cuestionaban la investigación judicial y sugerían que el suicidio en Leganés de l os miembros del comando impedía averiguar la verdad.
El macrojuicio
La guerra de relatos afloró en el macro juicio contra los islamistas en la Casa de Campo en 2007. Gnaoui, Zougam y Trashorras, el hombre que había entregado los explosivos robados en Mina Conchita, fueron condenados por su implicación en la masacre.
Mientras Zapatero empezaba a gobernar con gestos que le distanciaban de Felipe González, como el repudio de la guerra sucia contra ETA, el PP acometía un debate interno que se manifestaría en su congreso de octubre de 2004. En él afloraron algunas tibias críticas a la gestión de la crisis de la masacre. El partido de Génova se hallaba más solo y aislado que nunca tras el Pacto del Tinell, por el que el PSOE, ERC y la rama catalana de Izquierda Unida se habían comprometido a no llegar a ningún acuer
Comparativa de los resultados de las Elecciones Generales de 2000 y 2004
En escaños y porcentaje de voto do con los populares. Aun así, Rajoy salió elegido presidente con el 98% de los votos de 3.000 compromisarios.
Rajoy hizo una oposición sin concesiones, apoyado por Acebes, Zaplana y el núcleo duro de Aznar, que cerraron filas con el candidato derrotado. Pero si la debacle del 14-M dejó un poso de amargura y sembró las dudas sobre el liderazgo de Rajoy, las elecciones del 9 de marzo de 2008 fueron un nuevo y más doloroso fracaso del PP. Zapatero mejoró sus resultados y obtuvo 169 diputados, mientras que Rajoy se quedaba en 154. Era su segundo fiasco consecutivo.
El rostro del líder del PP en el balcón de Génova, abrazado a su esposa
PNV IU-ICV CC BNG CHA EA NaBai
Escaños (% de voto)
7 4 3 1 1 1 1 1
7 5 3 2 1 1 1
(1,53) (1,07) (1,32) (0,89) (0,84) (0,51) (0,43) (0,33)
Escaños (% de voto)
(1,63) (4,96) (0,91) (0,81) (0,36) (0,31) (0,24) con lágrimas en los ojos, era todo un poema la noche electoral. Muchos interpretaron por sus palabras y sus gestos que iba a dimitir. Y no hay duda de que lo volvió a sopesar. Pero decidió volver a postularse como presidente del PP en el Congreso de octubre de 2008. Esperanza Aguirre amagó a presentar una candidatura alternativa, pero no dio el paso.
Rajoy ganó el Congreso de Valencia con un 85% de apoyos y un 15% de votos en blanco. Fue en ese momento cuando decidió renovar la cúpula del partido y promocionar a personas como Soraya Sáenz de Santamaría y Dolores de Cospedal. El cambio de estrategia de Rajoy provocó una sangría interna con salidas tan significativas del aparato del partido como la de Acebes, Zaplana y María San Gil. Mayor Oreja volvió a encabezar las listas para el Parlamento Europeo.
Confrontación
La vieja guardia de Aznar se desmarcaba progresivamente del proyecto, mientras la relación entre Rajoy y su predecesor se deterioraba hasta llegar a la animadversión personal. El PP tendría que esperar hasta finales de 2011 para recuperar el poder. Zapatero tiró la toalla y no se presentó. Rubalcaba sufrió una humillante derrota a la que no fue ajena la crisis económica. El candidato de Génova gobernó durante seis años, imponiéndose a Sánchez en 2015.
Han transcurrido dos décadas. Todos los líderes que estaban en la escena política aquel día ya no desempeñan cargos públicos. El país ha cambiado. Pero el clima de confrontación y cainismo entre los dos grandes partidos ha sobrevivido como si una maldición gravitara sobre la política española. De aquellos polvos vienen estos lodos. Nada de lo que pasa hoy podría entenderse sin los sucesos de aquel aciago día.