ABC (Andalucía)

ABC, en el lado correcto de la historia

► El periódico resistió las presiones para que acogiera las teorías conspirati­vas de la matanza aun a costa de su difusión. La Justicia avaló todas sus informacio­nes

- PABLO MUÑOZ / CRUZ MORCILLO

Cambio radical

El 15 de marzo la sociedad española a era muy distinta a la de solo cuatro o días antes. Se había producido la matanza terrorista; acusado al Gobierno de mentir por su defensa de la autoría de ETA, contradici­endo la investigac­ión; el PSOE había lanzado a los ciudadanos contra las sedes del PP la víspera de las elecciones generales y responsabi­lizado al Ejecutivo de los atentados por su participac­ión en la guerra de Irak, y finalmente se había producido el vuelco electoral que llevó a José Luis Rodríguez Zapatero a La Moncloa. Pero sobre todo, la división entre los españoles era una realidad que aún continúa y por primera vez desde la Transición se ponía en duda la legitimida­d de las institucio­nes.

El frentismo, como era previsible, se trasladó a los medios. Los conservado­res, salvo ABC, empezaban a avalar teorías ‘creativas’ sobre la autoría de la matanza. Ya entonces comenzaron las primeras presiones sobre el periódico. ¿Por qué no se sumaba a ese coro mediático, que además sostenía una argumentac­ión tan sugestiva?

Un jueves del otoño de 2004 la Dirección de ABC pidió a dos de los pe- riodistas encargados de la informació­n del 11- M que fueran a la planta séptima de la sede del PP porque un alto cargo –se omite el nombre– les iba a explicar por qué ETA estaba impli- cada en la matanza. «Va a ser la apues- ta del fin de semana, pensad en cua- tro o cinco páginas». Los profesiona­les, que jamás habían alimentado esa teoría con sus informacio­nes, acudieron con curiosidad. A los cinco minutos de conversaci­ón, tras varias preguntas, el interlocut­or admitió: «No tenemos ninguna prueba de esa vinculació­n, aunque hay algunas coincidenc­ias llamativas. Pero ninguna prueba». Nada más salir, los periodista­s relataron a sus jefes lo sucedido. Por supuesto, no se publicó una línea de aquel disparate.

En diciembre de 2005 Zarzalejos regresó a la dirección de ABC. La primera noche de nuevo en el puesto, ya con dederá siempre vuestra informació­n. Resulta curioso que una decisión prprofesio­nal que solo suponía respaldada­r el trabajo de los profesiona­les de la Casa derivara en un manual de resissiste­ncia. ABC no se sumó a la ola de dedesinfor­mación y mentiras y eso indidignó a quienes la impulsaban. Por ununa razón: el peso del periódico en el cecentro-derecha era muy importante y la legitimaci­ón total de esa operación popolítico-mediática solo era posible con su participac­ión.

Hubo muchos más cuestionam­ientotos como ese en los agónicos tres años y mediom entre los atentados y la sentetenci­a. Cada teoría y cada campaña ‘crcreativa’ lanzada con más o menos ruruido por la competenci­a –la Kangoo y lal orquesta Mondragón, la cadena de cucustodia de la mochila de Vallecas, el ácácido bórico, los supuestos rastros de tittitadyn­e y un sinfín inolvidabl­e– se sommetiero­nmetieron al contrastec­ontras con las fuentes directas policiapol­iciales y judiciales y en esae comprobaci­ón fuerfueron cayendo una tras otra de forma inapelapel­able. Surgió así poco a poco un vínculolo indestruct­ibleind entre quienquien­es debían hacer su trabajotra y los responsabl­esables de respaldarl­o, con titiras y aflojas lógicos,cos, cocon el prestigio centenarit­enario de ABC en juego y su futurofu empresaria­l pendiepend­iendo en parte de esa deldelgada línea. Si algunaal vez ha tenidodo sentsentid­o la fidelidad a la verdad,verda la pulcritud del dato asaséptico y la razón de ser deld periodismo fue en esa ttravesía infinita. Pero el pprecio iba a ser alto. Si el periódicop­eri se empeñababa en su postura lo único que quedabaque­d era, primero, desprestid­esprestigi­arlo, y si era posiblesib­le destruirlo.dest Zarzalejos fue el mediomed elegido, pero el periódico era la piezapie a abatir. A ello se aplicaron con fuerza los promotores de la operación con la colaboraci­ón de parte del PP, que perdería otras elecciones en buena medida por ello. Las ventas cayeron. Mucho. La competenci­a en el sector del centro-derecha se frotaba las manos con sus beneficios económicos. Algunos, dentro de la Casa, también dudaron: «Estáis jugando con el pan de nuestros hijos», dijo un compañero, angustiado por el desarrollo de los acontecimi­entos. Pero llegó el 31 de octubre de 2007 y a las 11.32, entonces sí, todos, dentro y fuera, vieron claro que ABC había estado en el lado correcto de la historia.

«Si alguna vez ha tenido sentido la fidelidad a la verdad fue en esa travesía infinita hasta la sentencia»

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 ?? ?? Arriba, portada de ABC del día siguiente a la lectura de la sentencia; a la derecha, la del 12 de marzo de 2004
Arriba, portada de ABC del día siguiente a la lectura de la sentencia; a la derecha, la del 12 de marzo de 2004

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