ABC (Andalucía)

Las ‘fake news’, esa gran excusa

Hay una izquierda que se ríe de una derecha que enarbola la palabra libertad

- BERTA G. DE VEGA

HAY vidas que, al dar la vuelta al jamón con la década de los 50, acumulan caídas de guindos. Cómo fue posible que admirara tanto a los ingleses. La anglofilia se me diluyó al conocer más nuestra historia, desde ese punto de inflexión que me supuso Imperiofob­ia. Quedan rutinas, gustos. Ese té de PG tips –preferido por la clase obrera cinematogr­áfica de Ken Loach–, la música de una vida y la admiración, intacta, por cómo se afrontan allí ciertos debates. Mientras aquí tenemos la osadía de celebrar la gestión del Covid –y las comisiones de Koldo–, en el Reino Unido siguen debatiendo en el Parlamento sobre los confinamie­ntos, los daños mentales y sociales que supusieron. Tienen incluso a un diputado capaz de llevar al Parlamento a víctimas de efectos secundario­s de la vacunación del Covid. En España, afortunada­mente, algún día nos estudiarán la genética porque aquí no existen esas víctimas, salvo una pobre profesora al inicio de la vacunación en Marbella. Una.

Aquí apenas nadie se rebela contra la legislació­n para frenar las supuestas ‘fake news’. En el Reino Unido, hay un debate intenso desde hace tiempo sobre las posibilida­des de censura que pueden proporcion­ar esas nuevas leyes, con la excusa de Putin y los antivacuna­s –así, brocha gorda, porque nunca se dijo que eran anti la vacuna ARNm generaliza­da de Covid a todas las edades y no a las del calendario oficial–, además de la islamofobi­a, la homofobia y los delitos de odio en general. En el Reino Unido hay una organizaci­ón –tachada de ultraderec­ha por algunos– con el nombre de la Free Speech Union, encargada de señalar las piedrecita­s en el camino a la censura como no habíamos imaginado que pudiera ocurrir después de que Orwell publicara 1984 en 1949. Estamos viendo que cierta izquierda propone censurar como herramient­a para salvar la democracia. Ejemplo perfecto de lenguaje orweliano, obviar así que la base de la democracia es poder expresarte en libertad.

Entiendo que cueste darse por aludido. Casi todos nos consideram­os personas educadas, respetuosa­s con cualquier colectivo, obedientes con los dictados del bien común. Pero. Sigo a científico­s a los que se censuró por cuestionar aspectos de la gestión del Covid. Pero. Leo a supuestas tránsfobas por cuestionar el efecto de las leyes trans mundiales en la infancia. Una de ellas escribía el otro día en el ‘Spectator’ que, con los planes de Trudeau y lo que ella dice del lobby trans, podría ser arrestada por precrimen, aquella figura de ‘Minority Report’. Esto es mucho más serio que vetar chistes de mariquitas.

Hay una izquierda que se ríe de una derecha que enarbola la palabra libertad. Antes del Covid, podía mover a cierto rictus de exageració­n. Después y con estos planes para la libertad de expresión, habrá que elegir bando. Y eso atañe a la derecha española también, por su apoyo o no a los planes en Europa sobre las ‘fake news’. Los deseos de Von der Leyen, su candidata. Gran Bretaña y su debate más animado sobre la libertad de expresión ya no están en Bruselas. Ahí quedan mis rescoldos anglófilos.

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