Trampa presupuestaria
La facilidad con que se prorrogan los Presupuestos en España contribuye a erosionar la institucionalidad
Hay una relación profunda entre la ley de presupuestos y la democracia cuyo origen se puede rastrear desde las Cortes de León o la Carta Magna inglesa. Esta ley es el plan de trabajo de quien conduce la comunidad y su elaboración tiene un método reglado que le concede una alcurnia especial. Hace unos días, Carlos Sánchez apuntaba en ‘El Confidencial’ que la manera actual de tramitar los presupuestos, cuando al Gobierno le viene en gana, supone un atropello (otro más) a la seguridad jurídica porque desconoce el mandato constitucional que obliga a entregar el proyecto de ley antes del 1 de octubre de cada año.
Efectivamente, al eludirse el cumplimiento del ciclo presupuestario, se erosiona de manera importante la calidad de nuestra democracia. Pero la principal razón de este deterioro no es el incumplimiento de los plazos –que también– sino la facilidad con que los gobiernos, especialmente los de Pedro Sánchez, han empezado a prorrogar los presupuestos bajo circunstancias que no siempre son la ausencia de gobierno. Se ha dado el hecho insólito de que, después de la moción de censura de 2018 que aupó a Sánchez al poder, las últimas cuentas de Cristóbal Montoro que acababan de ser pactadas con el PNV, sufrieron dos prórrogas, un hecho sin precedentes en la historia democrática, y estuvieron en vigor el año 2018, el 2019 (en el que hubo dos citas electorales) y parte del 2020.
Esta prórroga de 2023 de las cuentas públicas es la novena de la historia democrática. Las anteriores fueron en 1978, 1982, 1995, 2011, 2016, 2017, 2018, 2019 y 2020. Normalmente, los gobiernos las rehuían porque encontraban que la prórroga limitaba su margen de actuación. Por ejemplo, la última reduce en algo más de 5.000 millones el gasto para 2024 que asciende a un total de 380.822 millones. Destacan las disminuciones de 1.700 millones en Sanidad y más de 1.100 millones en Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030.
Sobre el papel, la prórroga no puede asignar créditos a nada que sea nuevo. Pero ¿qué es algo nuevo en el Estado español? Prácticamente todo el gasto de la nación se puede presentar como continuación, evolución o crecimiento de algo preexistente, me comenta un exreponsable de Hacienda. Por ejemplo, la ausencia de unos Presupuestos para 2024 no ha impedido que el Gobierno suba el 2% los salarios de los funcionarios o el reajuste de las pensiones. Las medidas anticrisis, como las tomadas por la guerra de Ucrania o el tipo de los impuestos como el IVA también se pueden modificar por decreto, aunque no se permita crear nuevos tributos (aunque sí prestaciones patrimoniales). La situación es muy favorable para Hacienda: tiene una cantidad de dinero no signado a nadie que es lo que crecen los ingresos respecto al año anterior, y todos los ministerios tienen que peregrinar ‘chez’ Montero para conseguir recursos, un trámite molesto que frena bastante el ímpetu del gasto público. jmuller@abc.es
En millones de euros
B. Santander