Los periplos que no terminan
► La artista se estrena como actriz, interpretándose a sí misma, en la película ‘Nuestro último baile’
EL PEOR VIAJE DE MI VIDA
Premio Nacional de Danza y Medalla de Oro al mérito en Bellas Artes, La Ribot se estrena ahora como actriz en un papel que lleva décadas preparando a fondo: se interpreta a sí misma en la película ‘Nuestro último baile’, de Delphine Lehericey. Esta aventura la ha llevado a los sets de rodaje y a recibir aún más premios, ya que el filme, que se estrena mañana, ha obtenido ya el premio del público en el Festival de Cine de Locarno. Ir de la danza a la cinematografía no ha sido, ni de lejos, su peor viaje: ha tenido un principio y ha llegado a alguna parte. Pero eso no sucede siempre.
«Hay muchos viajes malos», me dice, para corregirse de inmediato: «Y muy buenos, también». De tantos malos periplos, a La Ribot le cuesta decidirse por uno. Prefiere escoger una categoría general: «Los peores son los viajes en los que no llegas a destino». Inmediatamente me viene a la cabeza ‘La Odisea’ de Homero. Pero no, porque al fin y al cabo Ulises acaba llegando a Ítaca, solo que después de más tiempo del que esperaba, y habiendo vivido hazañas que lo convierten en una persona nueva, rica en experiencias. «‘La Odisea’ de Homero pasa por muchas historias, es un viaje alucinante, el viaje de la vida que hacemos todos».
Eso es algo que no siempre sucede: «Algunas veces no llegar al destino es bueno porque pasan otras cosas, pero otras veces ni llegas al destino pero tampoco a ningún sitio mejor». A estos últimos viajes es a los que se refiere La Ribot. A los que ni te sirven para llegar al sitio que querías ni a ningún otro. A los que te hacen andar en vano, frustrarte y quizás incluso sentirte algo idiota por haber emprendido la marcha, en qué mal momento.
Visto que no concreta más, le pregunto si ha tenido muchos de estos viajes que no llevan a nada bueno, o si está hablando así, en general, de la vida. Se ríe. «Los periodistas siempre hacéis lo mismo, preguntáis si prefieres morir ahogada o quemada». Nos reímos ambos. «Yo no quiero morir, esa es la respuesta», concluye.
Zambullirse en el séptimo arte no quedará en la lista de viajes decepcionantes. ‘Nuestro último baile’ explica la historia de un peculiar itinerario, el que emprende un hombre de cierta edad que acaba de quedar viudo y decide sorprender a todo el mundo dedicándose a algo por lo que hasta entonces no había mostrado ni el más mínimo interés: la danza. Concretamente, la danza contemporánea. Busca una maestra, y ahí es donde aparece La Ribot, para enseñarle a desenvolverse en un escenario, a expresarse con sus movimientos.
«Me fascinan las personas capaces de hacerlo, porque yo no soy así», dice. Cuando le hago notar que ella misma ha hecho una incursión en el cine, se quita mérito: «En la película hago de mí, que es más fácil, y además el protagonista no pasa de una disciplina a otra, sino que él pasa de la lectura a bailar».
Aun así, durante la conversación me enumera todas las rutinas de trabajo a las que tuvo que adaptarse para pasar de la interpretación en vivo, en un escenario, a rodar las escenas de una película. La gran diferencia es que un espectáculo de danza, una vez empieza, no se para. Aunque haya fallos, aunque haya genialidades, aunque reviente un foco de la tramoya. El espectáculo tiene que continuar. En cambio, «el cine va editado». «Para mí era muy complicado, y a veces necesitaba preguntar a la directora dónde estábamos», añade. Luego está la concentración. En un espectáculo en vivo «no puedes parar, y eso es muy potente a nivel de energía». En cambio, «en el cine ruedas unos minutos y luego tienes que estar horas esperando».
El protagonista de la película acaba encontrando en la danza una manera de «transformar el duelo en algo menos triste». Es lo que tiene arriesgarse un poco, abrirse a hacer algo nuevo. La Ribot no cree en ese poder transformador parecido a los eslóganes de Mr. Wonderful, que hace que la vida de alguien cambie cuando se pone en contacto con el arte, «pero sí entran en otros mundos». ¿Seguirá a partir de ahora haciendo cine? «Me gusta valorar los proyectos en función de lo que me aporten. Si sale otra oportunidad de hacer cine, encantada. Pero lo que importa es el proyecto, no la disciplina».
«Si sale otra oportunidad de hacer cine, encantada»