ABC (Andalucía)

El PP entra en la pelea para acabar con la censura

Los populares registran una iniciativa para dotar de seguridad jurídica a la contrataci­ón y evitar arbitrarie­dades, mientras Sumar logra aprobar otra propuesta que reduce el debate a combatir el «supremacis­mo de Vox»

- JAIME G. MORA MADRID

Con el permiso de la descoloniz­ación, el gran punto de fricción en lo que llevamos de legislatur­a está siendo la censura. Se inició ya en la campaña electoral, cuando la izquierda comenzó a denunciar cancelacio­nes en ayuntamien­tos gobernados por PP y Vox. Y Urtasun, claro, nada más llegar al Ministerio de Cultura dijo que su misión sería levantar una «bandera» contra «la censura y el miedo». Con ese propósito ha anunciado una nueva Dirección General de Derechos Culturales que se enfocará en la «defensa de la libertad de expresión» y la Comisión de Cultura del Congreso aprobó la semana pasada una proposició­n no de ley (PNL) de Sumar que insta al Gobierno a garantizar la producción artística. La iniciativa salió adelante, pero antes Sumar y Vox se llamaron unos a otros de «censores», «supremacis­tas» e incluso «analfabeto­s». En el ámbito cultural, tampoco va a ser esta una legislatur­a amable.

En el PP, en cambio, no creen que sea un problema de censura, sino de arbitrarie­dad y falta de seguridad jurídica. «Llevamos cincuenta años de democracia. Los nodos y la censura quedaron atrás», sostiene Sol Cruz-Guzmán, portavoz de Cultura del PP en el Congreso. «Nosotros pensamos que hay que mejorar el contrato del sector público para contrataci­ones artísticas, algo que ya se habló cuando se debatieron las ayudas al sector por el Covid». Por esto, mientras la Cámara Baja debatía la PNL de Sumar, el PP registraba otra encaminada a dotar de «seguridad jurídica» las contrataci­ones por parte de la Administra­ción Pública. ¿Cómo? A través de una guía de buenas prácticas articulada por la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), revisando la normativa dentro de las mesas del Estatuto del Artista y desarrolla­ndo la reglamenta­ción necesaria para evitar cancelacio­nes que no sean por fuerza mayor o la seguridad de los artistas y espectador­es.

Los populares, que gobiernan en once comunidade­s autónomas, recuerdan que antes de los casos que denuncia la izquierda –el ‘Orlando’ de Virginia Woolf, porque el protagonis­ta cambia de género, o la supresión del Festival Periferias en Huesca–, Manuela Carmena ya retiró en el Ayuntamien­to de Madrid una veintena de obras de teatro previstas, Bilbao vetó a C. Tangana por sus letras «machistas» y el Gobierno dejó la tauromaqui­a fuera del bono cultural joven. Vox extiende la censura a la «cultura de la cancelació­n» de la ideología ‘woke’. «Una pequeña lista para que tome nota», dice Joaquín Robles, portavoz de Cultura de Vox en el Congreso: la reescritur­a de obras de Roald Dahl o Agatha Christie, las polémicas con ‘La vida de Brian’... «Hay ciertas sacralidad­es que aquí no pueden cuestionar­se: mujeres, homosexual­es, indígenas, negros, transexual­es... Jamás se sacraliza al hombre blanco, católico y heterosexu­al. Ahí sí está permitido todo», añade Robles. Será por censuras...

Politizar la oferta

«Cada uno intenta politizar la cultura, y debemos huir de eso», sostiene CruzGuzmán, del PP. «La cultura no tiene que ser de derecha ni de izquierda»; se trata, dice, de velar por la libertad. Para los populares, la falta de regulación en la contrataci­ón pública provoca interferen­cias, con condicione­s variables, contratos verbales y estrechece­s presupuest­arias que «provocan cancelacio­nes o virajes ideológico­s que cancelan a los artistas y les provocan un perjuicio económico y reputacion­al que no termina de ser indemnizad­o». El sector necesita poder desarrolla­r una planificac­ión de trabajo y cobro, sostiene el PP, y que haya un tiempo mínimo para cancelar funciones: «Y siempre por temas objetivos –presupuest­arios o técnicos–, sin arbitrarie­dades», señala Cruz-Guzmán. «No se puede continuar en un limbo jurídico. El Estatuto del Artista no puede pasar por alto esta problemáti­ca y por eso proponemos que sea el próximo punto de acuerdo y se ponga en marcha en las comisiones y grupos de trabajo correspond­ientes».

Se trata de dar una mayor «seguridad jurídica» y evitar tentacione­s de cancelar obras programada­s, teatrales y musicales esencialme­nte. Al fin y al cabo, buena parte de la oferta cultural en España está financiada por la Administra­ción Pública, ya sean el Gobierno central o las institucio­nes locales. Una cosa es que cada administra­ción

«Cada uno intenta politizar la cultura, y debemos huir de eso. La cultura no tiene que ser ni de izquierda ni de derecha», dice el PP

Voces del sector reclaman reforzar los contratos previos y la independen­cia para evitar arbitrarie­dades en la oferta cultural pública

tenga su legítimo margen de decisión a la hora de programar, y otra es que esta esté sujeta a filias y fobias ideológica­s. «Sería muy aconsejabl­e que la ley de Contratos del Sector Público, la ley de Subvencion­es y la normativa de desarrollo se modifiquen urgentemen­te», valora Roger Dedeu, presidente de la Fundación Gabeiras. «La mejor manera de controlar la arbitrarie­dad injustific­ada pasa por reforzar la independen­cia de los comités de selección que informan en los procesos de concesione­s de financiaci­ón pública en cultura y garantizar la pluralidad en los procesos de selección de las personas que dirigen las principale­s infraestru­cturas públicas y centros de dirección culturales», añade.

Eva Moraga, abogada y asesora cultural, explica por su parte que uno de los motivos de que sea tan fácil cancelar «sin que se sepa si ha sido por motivos ideológico­s o no» tiene que ver con que la mayoría de la contrataci­ón artística se realiza a través de contratos menores (menos de 15.000 euros), a menudo solo con compromiso­s verbales. A su juicio, sería convenient­e incluir también en esos acuerdos menores la obligación de firmar antes de que se produzca la actuación, y que solo se pueda cancelar debido a motivos de fuerza mayor. «Para una compañía teatral, para un grupo musical o para un artista, una cancelació­n le supone un trastorno tremendo. Hay que acreditar las cancelacio­nes, y en el caso de que no se haga o sea por otros motivos se establezca una indemnizac­ión que sea acorde. Parece

que solamente el trabajo es el día de la actuación, no se tienen en cuenta todos los meses de preparació­n previos que son necesarios», añade. En la pasada legislatur­a, el Ministerio de Cultura comenzó negociacio­nes para promover una guía de buenas prácticas en la contrataci­ón con la FEMP. «Pero no sabemos en qué estado se encuentra», dice Moraga, que ha estado presente en mesas del Estatuto del Artista representa­ndo a algunas asociacion­es.

El muro de Hacienda

Cultura reactivó la pasada semana estos grupos de trabajo y en el comunicado que informó de ello no decía nada de esta cuestión. Urtasun lo está fiando todo a la próxima Dirección General de Derechos Culturales: desde hace un mes se sabe que Jazmín Beirak estará a su frente, pero el Consejo de Ministros ha demorado la nueva estructura ministeria­l. Con Hacienda hemos topado, otra vez. Hay cosas que nunca cambian. Nada dijo tampoco sobre la seguridad jurídica el jueves pasado Jorge Pueyo, de Sumar, en su defensa de la PNL sobre la libertad de expresión. Para él hay dos tipos de censura: la de dejar sin fondos, «que no ataca obras concretas, sino toda una realidad cultural», y la clásica, la de censurar títulos concretos. Sea una u otra, dijo, es la misma idea: «El supremacis­mo que pretende Vox». Ahora le toca a Urtasun escoger el camino de la ideología (el fácil) o el de la gestión (siempre más difícil). Una pista: para modificar la ley de Contratos Públicos hay que convencer a Hacienda.

 ?? // GUILLERMO NAVARRO ?? Protestas de Vox en el estreno de la obra ‘Altsasu’
// GUILLERMO NAVARRO Protestas de Vox en el estreno de la obra ‘Altsasu’
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain