Sin Spielberg, pero con un as en la manga: Anthony Hopkins
‘LOS NIÑOS DE WINTON’ ★★★☆☆
cional. Y de manera creo que se consiguió que todo fuera más poderoso, porque no caímos en un melodrama».
Guerras del presente
Lo cual no significa que no sea duro y conmovedor, y hubo momentos impactantes durante el rodaje, como cuando el protagonista conoce a los adultos que salvó siendo niños. «Teníamos en el set a los hijos de los niños rescatados interpretando a sus padres, son los verdaderos hijos de las familias que Nicky salvó. Puedes ver la emoción en sus rostros. Estos no son sólo extras actuando… me pone la piel de gallina pensar en ello. No había un ojo seco, fue tan poderoso», reconoció.
Hawes se decidió por esta trama porque «es una historia universal, una historia que aborda problemas en todo el mundo porque es muy humana. Obviamente, cuando comenzamos a hacerla, Oriente Medio no estaba en el lío en el que está. Ucrania estaba en paz. Así que no se trataba de esto, pero estaba el tema de los refugiados. Y parecía tener relevancia al hablar sobre la naturaleza de los refugiados, nuestro deber hacia ellos, sobre quiénes son». El filme tiene declaraciones poderosas, como cuando el protagonista reafirma su fe en el cambio del que es capaz la gente común. Hawes también la tiene. «Creo que las personas sentimos qué es lo correcto, lo que tenemos que hacer. Si esta película inicia esa discusión incluso entre parte de la audiencia, entonces ha logrado su objetivo. Lo que me preocupa cuando miro al mundo de hoy es que las personas comunes no son lo suficientemente ruidosas».
Dirección: James Hawes Intérpretes: Anthony Hopkins, Johnny Flynn, Helena Bonham Carter, Lena Olin...
Nicholas Winton, británico hijo de judíos alemanes, consiguió sacar de los campos de refugiados en Praga a 669 niños judíos y llevarlos hasta Inglaterra donde los esperaban unas familias de acogida también organizadas por él. Esta película cuenta parte de esa historia, y parte de otra: la del anciano sir Nicholas Winton, un hombre cuya tranquila vida aún está marcada por lo que vio e hizo y también por lo que no pudo hacer. Es natural que ‘Los niños de Winton’ recuerde a ‘La lista de Schindler’ por la empresa de sus personajes protagonistas; su director, James Hawes, muy fogueado en series televisivas, no es Spielberg, pero tiene un as en la manga: Anthony Hopkins.
Hopkins y sus 86 años rodean por completo la figura de Nicholas Winton, y expresa con enorme frugalidad los sentimientos de un hombre perplejo, que ha vivido en silencio la hazaña de arrancarle vida a la muerte y que aún escucha los reparos de su conciencia por no haber logrado liberar a los miles que murieron después. James Hawes estructura el relato en dos tiempos, el presente del anciano Winton y los recuerdos (‘flashbacks’) intercalados donde se narran los hechos, y donde su personaje lo interpreta el joven Johnny Flynn, buen actor pero sin ese poder de transmisión de cualquier gesto de Hopkins.
La película tiene un desarrollo de esos que se llaman ‘de menos a más’, se van entrelazando los recuerdos trágicos con la vida rutinaria del anciano junto a su mujer (Lena Olin), bien ambientados y narrados, que describen la personalidad de ese honrado joven y terco viejo, pero es en la segunda mitad cuando la historia gana en tensión dramática y Anthony Hopkins da su recital sin apenas voces ni gestos. Y además, el guion explora asuntos colaterales, como la desidia de la Administración y el oportunismo de los medios de comunicación o la grandeza de lo pequeño (es decir, la seriedad de un programa televisivo poco serio). Probablemente el director pierde parte de su templanza anterior con el fin de dirigirse a un desenlace enormemente emocional, y tal vez haya alguien que valore o prefiera otras soluciones más austeras, pero merece la pena verlo así, desmedido, sobrecogedor, aunque solo sea por admirar el modo en que un gran actor, Hopkins, puede ser discreto en lo excesivo y sobrio en lo ebrio.