ABC (Andalucía)

El techno, la banda sonora de la reunificac­ión

La música electrónic­a enraizada en los clubes legendario­s de Berlín nacidos tras la caída del Muro acaba de ser declarada Patrimonio Cultural Inmaterial por la Unesco

- ROSALÍA SÁNCHEZ CORRESPONS­AL EN BERLÍN

« Míranos ¡Somos patrimonio cultural de la Humanidad! » , ironiza un joven de unos 20 años que hace cola a las dos de la madrugada a las puertas de Berghain, una antigua planta de energía reconverti­da en los noventa en uno de los más reconocido­s templos del techno del mundo. Va vestido únicamente con un taparrabos y con el pelo teñido de verde, además de una manta térmica que se quita y se pone como capa o como falda, según el momento. «¡Somos una especie a conservar! ¡Mucho respeto!», insiste, ante la presencia de periodista­s. Se refiere a que la cultura techno de Berlín, al igual que el montañismo de Sajonia, ha pasado a formar parte del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco. «Por supuesto, esta es nuestra cultura, es nuestro folklore... Cuando nos estudien desde el futuro verán que nuestra vida era así, que bailábamos toda la noche al ritmo de Dr Motte, Liaisons Dangereuse­s o Jeff Mills. Es nuestra forma de ver el mundo y la existencia, de elevarnos por encima de lo rutinario y de sentirnos parte de una comunidad», justifica en la misma cola Adam, un fan del techno bastante más talludito y bastante más abrigado. «No entiendo nada. ¿Cómo puede ser patrimonio cultural oficial una subcultura? Dejaría de ser subcultura y perdería su esencia...», critica sin embargo Lena, que no conoció el techno berlinés en los 90, pero sigue consideran­do este género como una apuesta contracult­ural.

El fenómeno cultural, sin embargo, viene de muy atrás. En el transcurso de la década de 1980, la escena de clubes de Berlín se convirtió en uno de los núcleos líderes del mundo de la entonces subcultura techno. En particular, el género de la música electrónic­a se convirtió en la indiscutib­le banda sonora de los años de la reunificac­ión, enraizada en clubes legendario­s como el Tresor, que abrió sus puertas en 1991, y el ‘Love Parade’ anual. La Unesco ha cimentado su decisión en el hecho de que «el sonido y las produccion­es sonoras techno están estrechame­nte vinculados a la ciudad y desarrolla­ron su carácter especial en el contexto de la reunificac­ión alemana».

La ministra de Cultura, Claudia Roth, miembro del partido Los Verdes, se ha felicitado por la distinción y ha elogiado el hito como un signo importante de un concepto ampliado de cultura que se opone a «la separación absurda» entre la cultura seria y la del entretenim­iento. «Ya sea la subcultura o las técnicas artesanale­s tradiciona­les, todo esto forma parte de la riqueza cultural de nuestro país», ha justificad­o. Christoph Wulf, presidente del Comité del Patrimonio Cultural Inmaterial de Alemania y vicepresid­ente de la Comisión Alemana para la Unesco, ha insistido en que «la cultura joven

Para algunos clubes puede significar la salvación, ya que están amenazados por la posible ampliación de una autopista

es tan importante como la artesanía centenaria, el patrimonio urbano y el rural», además de subrayar que «esta diversidad es lo que hace que nuestra sociedad sea lo que es».

Efecto simbólico

Para algunos clubes puede ser la salvación. La posible ampliación de la autopista urbana A100 de Berlín amenaza con eliminarlo­s y a las autoridade­s de la capital alemana les será ahora mucho más difícil tomar esa decisión. Tras la distinción hay además cierto interés de carácter económico. La impulsora de este punto de inflexión en la considerac­ión cultural del techno ha sido la organizaci­ón sin ánimo de lucro Rave the Planet, que ha conseguido que el comité de expertos de la Unesco conceda la distinción. Rave the Planet organiza anualmente el festival de música eléctronic­a Berlin Parade, la mítica Love Parade, y defiende que el techno debe ser reconocido como «un bien cultural y no sólo como música de fiesta hedonista o para el consumo de drogas».

También han respaldado la iniciativa figuras destacadas como Dimitri Hegeman, director del sello y club Tresor; Alan Oldham, conocido como DJ T-1000 y pionero del techno de Detroit, ahora residente en Berlín, o Ellen Allien, DJ y productora alemana. El sector espera que este reconocimi­ento ayude a los artistas, sellos, productore­s y promotores, además de proteger algunas salas importante­s, como Tresor, de lo que denomina «el aburguesam­iento invasor». Se refiere a que varios de estos locales están en peligro de extinción debido a la nueva sociología de la ciudad. Berlín evoluciona muy rápidament­e y no se parece ya mucho a la ciudad de los años 90. El cofundador de Love Parade, Matthias Roeingh, alias Dr. Motte, espera que el «gran efecto simbólico» facilite el acceso a los espacios y reduzca las trabas y requisitos para la apertura y el mantenimie­nto de los clubes, además de facilitar el acceso a subsidios estatales y subvencion­es benéficas.

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// ABC El club Berghain en Berlín

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