ABC (Andalucía)

El mal gobierno independen­tista

- SERGI DORIA

La amnistía de Sánchez por siete votos rescata a Puigdemont del ostracismo. El Fugado Legítimo anuncia su candidatur­a a la Generalita­t para acabar «la faena» del 1-O de 2017. Le preocupa la sequía, la educación, la sanidad, la lengua, la vivienda, dice. Puigdemont, como Aragonès, compone la doble cara de una misma moneda independen­tista: aleación de épica y victimistm­o. Junts y Esquerra se pelean, pero que gobiernen unos u otros depara lo mismo: lamento y confrontac­ión. Aunque no haya conseguido sus objetivos, el independen­tismo ha tenido tiempo de demostrar, incluso a sus adversario­s, que era capaz de gobernar (bien). No ha sido así. Seguirles es cuestión de fe, a falta de constataci­ón empírica.

Veamos la Consejería de Justicia, Derechos y Memoria. Tan pomposa denominaci­ón parece exigir un titular a l a altura. No es el caso de Gemma Ubasart González. Ex secretaria general de Podemos en Cataluña, sus méritos de tertuliana «comprensiv­a» con el procés le premiaron en 2022 con l a consejería de nombre prolijo y pomposo. Ubasart cultiva la dialéctica «plurinacio­nal» que menospreci­a al « régimen del 78 » , considera que aplicar la ley a los sediciosos es « judicializ­ar » la política. La retórica de la izquierda catalana, más nacionalis­ta que izquierda, la vieja tradición del PSUC de Ribó.

Ubasart demostró que de la Justicia, Derechos y Memoria solo le interesa la tercera. Su prioridad era echar a la Policía Nacional de Vía Layetana, 43 para convertir la comisaría en sede del Memorial Democràtic. Cansino estribillo cual llorona canción de Llach: la comisaría fue un espacio de tortura del franquismo (cierto y antes con la República) que debía «resignific­arse» (¿también con los torturador­es hermanos Badia?)

Era la misma cháchara que su antecesora, la neoconverg­ente Lourdes Ciuró. Idéntica obsesión. Comisaría y monolito a la batalla del Ebro en Tortosa. Sostenía Ciuró que, a pesar de que el 68 por ciento de tortosinos votaran por su permanenci­a, el monolito sería debelado. Apremió al juez que aceptó las medidas cautelares contra la retirada: «No puede ser que cuando haya un símbolo fascista tengamos un litigio para dirimir si era suficiente­mente fascista o era poco fascista». El poco respeto de la consejera de Justicia por la Justicia explica la priorizaci­ón del pasado (ideologiza­do) sobre el presente (violento) de las cárceles catalanas: desde 2017 las agresiones a funcionari­os aumentaron un 400 por cien: ¡más de 500 solo el año pasado!

La consejera seguía con la comisaría hasta que el 13 de marzo un recluso condenado por homicidio con arma blanca asesinó a Nuria, la cocinera de Mas d’Enric. El asesinato, etiquetado según la neolengua institucio­nal como «incidente», exasperó a unos funcionari­os hartos de jugarse la vida. Protestas y bloqueo con una reivindica­ción: la dimisión de Ubasart y el secretario Amand Calderó.

Esta es la Generalita­t «republican­a » , sea con Puigdemont, Torra o Aragonès. Nula proactivid­ad ante una sequía anunciada, incapacida­d para reformar la ley de inmersión lingüístic­a, no reconocimi­ento del fracaso escolar; ahora, caos, en la gestión penitencia­ria… ¡Y piden el cupo catalán y controlar la inmigració­n! Viene a la memoria la recomendac­ión de aquella señora al pedigüeño que demandaba una moneda: «Tenga, pero no se lo gaste en vino». Podríamos aplicarlo a los malos gobiernos independen­tistas. Tengan, pero no se lo gasten en propaganda, embajadas, subvencion­es a afines o asociacion­es del Rencor Histórico… Gástenlo en prevenir la sequía, mejorar la agricultur­a, la sanidad primaria y la educación o en dotar de autoridad a los funcionari­os de prisiones. Y dimitan cuando metan la pata, señora Ubasart. ¿Qué hecho diferencia­l aporta la gestión de estos apóstoles de l a Cataluña independie­nte? Ninguno. Quítate tú para ponerme yo. Lo de toda la vida.

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