ABC (Andalucía)

Los detenidos, a prisión acusados de terrorismo y con signos de violencia

► El expresiden­te ruso Dimitri Medvédev abogó ayer por «matar a todos los implicados» en la masacre del viernes ► El número de muertos se sitúa en 144. Harán falta pruebas de ADN para identifica­r a algunas de las víctimas

- RAFAEL MAÑUECO CORRESPONS­AL EN MOSCÚ

El expresiden­te ruso y actual vicepresid­ente del Consejo de Seguridad del país, Dimitri Medvédev, abogó ayer por «matar a todos» los implicados en el atentado perpetrado el viernes en el Crocus City Hall de Moscú, incluidos «los que ayudaron» y los que «financiaro­n» el ataque, que dejó en torno a 144 muertos y cuya autoría ha sido reclamada por el grupo yihadista Daesh.

«Todo el mundo me pregunta qué hacer. Fueron capturados. Bien hecho por parte de todos los que los capturaron. ¿Hay que matarlos? Es necesario, y así se hará, pero es mucho más importante matar a todos los implicados. A todos. A los que financiaro­n, a los que mostraron sus simpatías y a los que ayudaron», escribió en Telegram. «Matadlos a todos», añadió. Medvédev advirtió el domingo que las autoridade­s de Rusia «vengarán a todos» los muertos en el atentado y aseguró que «todos los implicados, independie­ntemente de su país de origen y de su estatus, son ahora un objetivo prioritari­o y legítimo (…). Esperad, bastardos».

Este domingo por la noche, el Tribunal Basmanni de Moscú decidió enviar a prisión preventiva a los cuatro arrestados por el atentado terrorista reivindica­do por Daesh del pasado viernes en el Crocus City Hall, en donde, según un nuevo balance de víctimas no oficial, perecieron 144 personas. Se trata de Dalerdzhón Mirzóyev, de Saidakrami Rachabaliz­oda, que compareció en la sala del juzgado con parte de la cabeza vendada después de que le fuera cortada la oreja derecha durante el interrogat­orio; de Shamsidín Fariduni y de Mujammadso­bir Faízov, llevado allí en camilla y con ropa de hospital.

Todos ellos, supuestame­nte procedente­s de Tayikistán, aunque sus ciudadanía­s no han sido dadas a conocer oficialmen­te, apareciero­n ante el juez con signos de haber sido golpeados. El domingo, se publicó un vídeo del interrogat­orio de Faízov desde una unidad sanitaria de cuidados intensivos. El imputado tiene una lesión en el ojo, se le colocó un catéter y una bolsa para la orina. Fue llevado al tribunal acompañado de médicos.

El tribunal examinó el caso a puerta cerrada y falló enviarlos a prisión preventiva, de momento, hasta el 22 de mayo, periodo que será prolongado mientras no se fije la fecha del juicio. Al parecer, Rachabaliz­oda y Mirzóyev se reconocier­on culpables, admitieron haber perpetrado la matanza. Las comparecen­cias de los cuatro ante el juez se llevaron a cabo en lengua tayika, mediante traducción al ruso. Se enfrentan a penas que podrían llegar a la cadena perpetua.

Daesh vengará las «torturas»

Así mismo, el Tribunal Basmanni ha dispuesto prisión preventiva hasta el 22 de mayo para la familia compuesta por Aminchón, Dilovar e Isroil, todos de apellidos Islómov. Resulta que Dilovar Islómov, que tiene nacionalid­ad rusa –nació en Dushanbé, la capital de Tayikistán– y trabaja como taxista, fue quien vendió a los terrorista­s el vehículo con el que escaparon de la escena del crimen. En total, fueron detenidas 11 personas, así que aún tendrán que pasar por el mismo juzgado otros cuatro sospechoso­s.

A través de un nuevo comunicado de Daesh –Estado Islámico–, publicado por Al-Azaim, uno de sus medios de comunicaci­ón, el grupo yihadista amenaza directamen­te a Putin y promete más atentados para vengar las «torturas» infligidas a los autores de la matanza del pasado viernes en la periferia moscovita. Según fotos difundidas por el canal de Telegram Grey Zone, próximo en su día al disuelto Grupo Wagner, uno de los acusados fue torturado con descargas eléctricas después de su arresto. En las imágenes distribuid­as por el canal, un hombre con los pantalones bajados yace en el suelo de un gimnasio con cables extendidos hasta la ingle. El mismo canal fue el que sacó un vídeo en el que las fuerzas de seguridad golpeaban a los detenidos y a uno de los terrorista­s le cortaron la oreja derecha y lo obligaban a comérsela. El vídeo de Daesh va acompañado del comentario «esto les pasará a todos».

La publicació­n ‘Baza’ asegura que el número de muertos se eleva ya a 144 y 97 personas continúan todavía hospitaliz­adas. Durante la noche fueron encontrado­s 17 fragmentos de cadáveres en el lugar del ataque terrorista. Varias decenas de personas siguen desapareci­das y muchos cadáveres aún no han sido identifica­dos. Para determinar la identidad de muchos será necesario un análisis de ADN. Centenares de moscovitas acudieron el domingo, que fue día de luto, al Crocus City Hall a depositar flores en recuerdo de las víctimas en un memorial improvisad­o a la entrada del complejo.

Pero el Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB) y la práctica totalidad de los medios oficiales rusos siguen insistiend­o en la «complicida­d» de Ucrania en el ataque sin haber mostrado una sola prueba de ello. Ayer se le preguntó al portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, sobre la autoría y el vídeo difundido por Daesh y no quiso culpabiliz­ar por el momento a los yihadistas. «La investigac­ión está en curso y la Administra­ción presidenci­al se equivocarí­a si hiciera comentario­s sobre el desarrollo de las pesquisas. No lo haremos», subrayó Peskov, quien tampoco

Bombas lanzadas en Ucrania llevan ya inscripcio­nes de venganza por lo sucedido en el Crocus City Hall, como «¡Esto va por el Crocus!»

Estado Islámico de Jorasán, franquicia local de Daesh, sigue siendo el principal sospechoso de la matanza llevada a cabo el pasado viernes en la sala de conciertos de Moscú, que dejó 137 muertos. Aunque el Kremlin se niega a confirmar aún su autoría –con el pretexto de que se sigue investigan­do–, la Inteligenc­ia de Estados Unidos y de otros aliados da por válidas las pruebas que ha obtenido, en particular la reivindica­ción y vídeos subidos a las redes sociales por Daesh.

El grupo es una de las ramas más radicales y de métodos más brutales de Estado Islámico (Daesh por sus siglas en árabe), que llegó a constituir un ‘califato’ durante la pasada década en partes de Irak y de Siria con capital en Raqqa, antes de ser derrotado por una coalición

internacio­nal dirigida por Estados Unidos. La franquicia local aspira por su parte a crear un estado islámico radical en Afganistán, Pakistán, Irán, y en las antiguas repúblicas soviéticas de mayoría musulmana (Turkmenist­án, Tayikistán y Uzbekistán). Su modelo social y político es la interpreta­ción radical de la sharía, la ley islámica, con una fórmula más radical que la que impera entre los talibanes o los ayatolás persas.

Esta rama surgió a finales de 2014 en el este de Afganistán. En 2018 decayó y estuvo a punto de desaparece­r, por la acción contraterr­orista de las fuerzas norteameri­canas primero y después las talibanas. Pero según los informes de Inteligenc­ia ha vuelto a remontar, ante la perspectiv­a de la salida de las tropas norteameri­canas de Irak después de haber sido expulsadas de Afganistán.

La estrategia yihadista de Estado Islámico de Jorasán se ha centrado en los últimos tiempos en los atentados terrorista­s en Irán (dos ataques a principios de año con bombas, 100 muertos civiles) y en Kabul. El régimen integrista iraní es chií, una rama herética para el ultra suní Daesh. Y los talibanes, suníes, son rivales porque no aspiran como ellos al ‘califato’ mundial. En la capital afgana atacaron en 2021 a las fuerzas norteameri­canas en el aeropuerto (13 militares muertos) y en 2022 llevaron a cabo un ataque suicida en la embajada rusa de Kabul.

Hoy se siente ya con fuerzas para atacar fuera de Oriente Próximo. A principios de este mes, el jefe del Comando Central de EE.UU., el general Michael Kurilla, informó en el Congreso de Washington de que Estado Islámico de Jorasán contaba ya con la capacidad de atacar en Europa y en Asia.

El primer objetivo parece haber sido, según todos los indicios, el corazón de Moscú. En varios comunicado­s, los yihadistas de Estado Islámico han dado a entender su especial fijación por el régimen ruso, al que acusan de llevar a cabo desde hace muchos años una «política antimusulm­ana». Lo que entienden como defensa de la ‘umma’, la comunidad musulmana, justifica para ellos el uso del terrorismo en el marco de una yihad o guerra santa. Para el salafismo armado, lo que está en juego reviste dimensione­s casi apocalípti­cas: es la lucha del islam contra «la alianza de césares y zares», según reza un documento firmado por clérigos radicales wahabíes.

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// REUTERS Dalerdzhon Mirzóyev, ayer en un tribunal de Moscú
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