NOMBRES AL ALZA
otro tipo de perfiles», confiesan en privado desde la dirigencia de Vox, donde también se reconocen un esfuerzo de Gallardo por moderar sus expresiones públicas.
La semana pasada tuvo lugar una reunión en Madrid con los presidentes de las cámaras autonómicas, prueba de que esa coordinación se vigila muy de cerca desde Madrid. Vox respalda a los perfiles que logran mantener el perfil combativo sin caer en la estigmatización: «Cuando tienes razón y das pie a que te ridiculicen acabas perdiéndola». En ese perfil, hay dos nombres, además de Pollán, que gustan en Madrid: Gabriel Le Senne, presidente del Parlamento de Baleares, que «ha crecido mucho gracias a cómo se ha gestionado la rebelión frustrada de los cinco traidores que intentaron echarle. Su capacidad de conciliación le ha hecho crecer y está cogiendo peso político de forma así accidental. Es el relevo». Y, en Aragón, el hombre fuerte para la dirección nacional es el vicepresidente del Gobierno autonómico, Alejandro Nolasco. «Es combativo, pero mucho más moderado en las formas». Un diputado relevante del Congreso lo explica así: «Estamos demostrando que no se ha roto nada, que sabemos gobernar y que las cosas se están haciendo bien. Los agoreros que nos dijeron que se iba a incendiar España se equivocaron, como era previsible».
Congreso: jóvenes de futuro
La salida de Olona y Espinosa le hizo un agujero a Vox difícilmente reparable. La decisión fue buscar perfiles nuevos y más jóvenes, pero con la certeza de que necesitarán tiempo para crecer en solvencia y en popularidad.
Se trata de Pepa Millán, nacida en 1995, para llevar el discurso político; y José María Figaredo, de 1988, para tratar de convertirlo, como dicen en el partido, «en nuestro gurú económico». «Son dos apuestas clarísimas», dicen en el partido, conscientes de que aún queda camino por recorrer pero seguros de que cuajarán. También gana peso Ignacio de Hoces, pero su rol se acerca más al de fontanero del grupo parlamentario que a cara visible del partido. La estrategia es completamente distinta a la autonómica: choque frontal con el Gobierno y diferenciación con el PP. Un buen ejemplo es su rechazo a que la ley de amnistía se tramite en el Senado, un posicionamiento que choca con la institucionalidad que se busca en las autonomías y que les mantiene con un pie fuera del sistema.
La gran lucha ideológica
Y Europa. Vox entiende que allí se va a librar «la gran batalla ideológica», y allí están los pesos pesados del partido, con Jorge Buxadé a la cabeza, y con nombres con mucho tirón mediático como Hermann Tertsch o el reciente fichaje Juan Carlos Girauta. En conversación con ABC, Tertsch vaticina un periodo de cambio en Europa tras las elecciones del próximo 9J. «En este momento en Europa hay una lucha ideológica muy importante». La agenda 2030, el pacto verde o la gestión de la inmigración son tres buenos ejemplos de políticas en las que Vox y su grupo parlamentario han hecho oposición frontal. La novedad es que, tal y como explica Tertsch, «hay un claro giro a la derecha y por primera vez va a haber una mayoría parlamentaria a la derecha del PSOE».
En este sentido, el eurodiputado, que repite en las listas, pone el foco sobre el PP europeo: «Se están moviendo muchas, muchas fichas, y el PP va a entrar en un dilema existencial en la próxima legislatura. Ellos se sentían muy cómodos en esa mayoría, en esa especie de gran coalición que evitaba que los socialistas se fueran con la izquierda: hoy por ti, mañana por mí. Un bipartidismo en el que ideológicamente le entregas la cuchara a los socialistas y tú mientras tanto haces vida normal». Pero eso «se acabó» y, por ello, Tertsch vaticina que la actual presidenta de la Comisión y candidata del PP a la reelección, Ursula Von der Leyen, «no va a salir». En su opinión, en esta nueva etapa, el reto no es sólo ideológico, sino de relaciones políticas personales con los distintos grupos. « Lo bien que trabaja Buxadé en los contactos políticos internacionales me tiene impresionado. Y la incorporación de Girauta se trata de una cuestión de principios y de lucha política. Va a cambiar todo».
Una década después, Vox quiere hacerse mayor como partido. En lo relativo a su proyección personal, Abascal siempre se miró en el espejo de Albert Rivera y Pablo Iglesias, pero no para imitarles sino para aprender de sus errores. Aquellos liderazgos tan fuertes, tan personalísimos y tan expuestos bajaron a la misma velocidad que habían subido, y el presidente de Vox quiere huir de esa fórmula con el objetivo no sólo de evitar el desgaste personal, sino de consolidar su formación. No es tarea fácil.