Stoltenberg: «Un ataque a un aliado sería un ataque a todos»
culo 5 del Tratado de Washington, en la que se establece que «si un país de la UE es víctima de una agresión armada en su territorio, los demás países de la UE tienen la obligación de ayudarle y asistirle con todos los medios a su alcance». Aún entonces, la mención pareció completamente superflua y solo se consideró teniendo en cuenta que algunos de los miemtado de la OTAN, el sucesor de Acheson, Antony Blinken,lik se hha reunidoid en Bruselas con sus homólogos de la Alianza para celebrar los 75 años. Sobre la mesa, un asunto que deja en evidencia las griebros de la UE no lo eran de la OTAN. Los autores de ese artículo estaban lejos de imaginar que unos años más tarde, en la cumbre de la OTAN que se celebró en Bruselas en 2018, Donald Trump le llegaría a proponer abiertamente a su consejero de seguridad, John Bolton, que Estados Unidos se retirase de la organización dado que a su entender no obtenían beneficios de lo que invertían en defensa común. tastas que le han salisalido al escudo del que hablaba TrumTruman en 1949: las nnegociaciones para establecer un sisistema de entregatrega de armas a UcraUcrania, que incluiríacluiría un fondo de 100.0100.000 millones de dólares,dól ‘a pruebba ded Donaldld Trump’. Ell expresidente de EE.UU. es de nuevo candidato a las llaves de la Casa Blanca y va por delante en las encuestas de su mismo rival
Los ministros de Exteriores aliados celebran en la capital belga un Consejo Atlántico ordinario dedicado, además de la conmemoración del 75 aniversario del Tratado de Washington, sobre todo a reafirmar el apoyo de la OTAN a Ucrania y a la preparación de la cumbre de este verano que se celebrará precisamente en Washington en vísperas de la
En aquella ocasión, el norteamericano fue muy grosero en términos diplomáticos y aunque no llegó a tomar esta decisión, dejó a los aliados europeos un amargo sabor de boca. La idea de que Estados Unidos pudiera dejar a sus aliados en la estacada puso los pelos de punta a toda la UE y si la victoria de Joe Biden en las siguientes elecciones parecía favorecer que todos pasasen página, la invasión rusa de Ucrania ha terminado por dejar claro que la UE debe construir a marchas forzadas una defensa propia.
Disuasión nuclear
Los países como Polonia y los bálticos que llevaban décadas advirtiendo a los demás sobre la verdadera naturaleza del régimen ruso son ahora escuchados con atención. Finlandia y Suecia que tenían a gala mantenerse fuera de la OTAN se han apresurado para ingresar en la Alianza, y Francia se prepara para ser la última etapa de la disuasión nuclear para toda la UE. El llamado Fondo para la Paz de la Comisión Europea, que se creó para tratar de prevenir conflictos, se ha ampliado y se dedica ahora a comprar municiones y armamentos para Ucrania y con más ahínco después de que en Estados Unidos los republicanos partidarios de Trump bloqueen el dinero para hacer lo mismo. en 2020, Joe Biden. Trump ha dado muestras de que con él se acabarán los cheques en blanco a Ucrania y ha mantenido un discurso intimidatorio con sus aliados de la OTAN. Como presidente, amenazó con la salida de EE.UU. de la OTAN –en esencia, la desaparición de la alianza militar– porque muchos miembros no cumplían con las exigencias del 2% de presupuesto para Defensa. Como candidato, ha endurecido el discurso. En febrero dijo que animaría a Rusia a «hacer lo que demonios quiera» con los miembros «morosos» de la OTAN. Además, no ha ocultado su inclinación por un acuerdo con Putin sobre Ucrania favorable para Rusia.
Los aliados de EE.UU. en la OTAN ven en Trump un agente de inestabilidad y en su posible victoria en noviembre una señal de alerta: las posiciones del expresidente sobre la Alianza son populares en sectores amplios del partido republicano, en los que cada vez se percampaña electoral presidencial. El ambiente, de todos modos, es tan extraño que al comienzo de la reunión de ministros, el secretario general, Jens Stoltenberg –cuya sucesión sigue siendo un tema pendiente– consideró necesario recordar que la OTAN «fue fundada bajo la simple y solemne promesa de que un ataque a un aliado es un ataque a todos».
Sin embargo, la UE no deja de tropezar en sus propios defectos ni en estas circunstancias. Los líderes acordaron entregar un millón de obuses de artillería a Ucrania en un año y las discusiones políticas por un lado y la constatación de que la industria militar europea estaba literalmente dormida han sido como una ducha de agua fría para todos, sobre todo para los ucranianos que no han visto cumplida esta promesa ni de lejos. Ha sido la República Checa la que ha puesto sus propios medios para encontrar en cualquier parte del mundo esta munición lo que permitirá que se cumpla esta promesa, aunque sea con casi un año de retraso.
Por estas razones, el pasado 19 de marzo, en su carta de invitación para el Consejo Europeo que debía celebrarse dos días después, el presidente Charles Michel lo explicó de forma tajante. Ante la evidencia de la amenaza que supone la Rusia de Putin, hizo un llamamiento a los europeos a asumir sus responsabilidades en estos momentos cruciales. «Debemos prepararnos para la defensa y pasar a una economía de guerra. Ha llegado el momento de asumir la responsabilidad por nuestra propia seguridad» puesto que «ya no podemos contar con otros o estar a merced de los ciclos electorales en EE. UU. o en otros países». cibe menos la seguridad de los aliados europeos como un asunto prioritario para EE.UU. Trump se ha acercado al discurso ‘antiglobalista’ y se ha peleado con los sectores convencionales del partido republicano, al que pertenecían los altos cargos de su Administración en materia de seguridad internacional,
Entre otros, se ha enfrentado al que fuera su secretario de Defensa; su secretario de Estado, o su asesor de seguridad nacional. Con Trump, es necesario separar las palabras de las acciones. Durante su presidencia, no retiró a EE.UU. de la OTAN, ni redujo su financiación e incluso la alianza se amplió con dos miembros. En esos cuatro años, no hubo guerras y él siempre dice que se debió a su gestión. Si regresa a la Casa Blanca en noviembre, recibirá un mundo en conflicto: la guerra de Ucrania, las ambiciones de Putin, la guerra en Gaza o la agresividad de China en la región Asia-Pacífico.