La mujer del presidente también factura
Ahora se quiere evitar el ‘ luz y taquígrafos’ sobre el mundo laboral de la mujer de Pedro Sánchez
M Eencanta ver a mi alrededor mujeres que facturan. No tener que pedir dinero siempre me pareció un signo de libertad para cualquiera. Si hablamos de mujeres, ya conocen la historia. Por eso canta Shakira lo de «las mujeres ya no lloran…». Pues eso. Antes había dejado escrito Gerda Lerner que las primeras feministas, de forma involuntaria, quizá fueron «monjas, viudas e hijas únicas». Las que podían manejar los cuartos sin necesidad de supervisión masculina.
La esposa del presidente del Gobierno podía haberse quedado en el palacete de Moncloa –todos los gastos pagados–, pero no. En lugar de jugar a ser una ‘tradwife’, ama de casa de nueva ola que vive por y para su marido al estilo años 50, Begoña Gómez es una ejecutiva que trabaja, se mueve y tiene su propia agenda. Pues requetebién. Para un gobierno feminista, o que se quiere hacer pasar por feminista, más todavía. Esto debería ser motivo de orgullo, satisfacción y promoción.
Ahora entiendo que la pongan en primera línea, portando la pancarta del 8-M. Por fin sabemos que, aunque se sitúe en medio de dos ministras, sin serlo ella, no acude a la manifestación como dama consorte –muy muy feminista no sería–, sino como mujer trabajadora e independiente. Olé.
Sin embargo, estos últimos días, noto un comportamiento algo acomplejado con toda esta cuestión. Empiezan a salir en prensa reuniones, viajes, contactos, movimientos, cifras de facturación y contratación de las empresas con las que se relaciona Gómez y en el Gobierno se revuelven panza arriba. ¿En qué quedamos? ¿La pones en primera línea el 8-M y luego no presumes de que sea una mujer trabajadora?
Ahora se quiere evitar el ‘luz y taquígrafos’ sobre el mundo laboral de la mujer de Pedro Sánchez. Como en el Ministerio de Trabajo de Puente están descontentos con el uso de determinadas palabras en las columnas de opinión, no reproduciré aquí las que el ministro Bolaños se dedica a lanzar a quienes hablan del tema en cuestión. El de Presidencia se comporta como el guardia de corps de un faraón: avisa de que no se le ocurra al pueblo mirar a la cara –de la esposa, en este caso– porque sólo con posar sus ojos sobre ella será condenado.
Con tal oscurantismo, el Gobierno pierde una oportunidad de oro. Debe ser porque pertenezco a la plebe, pero como ciudadana que sufraga la Moncloa y como mujer a la que le gusta que las demás facturen, necesito saber más. Tengo como ganas de lo que podría llamarse ‘sororidad laboral económica’: conocer, hermanas, cómo se pueden hacen negocios de forma independiente, sin interferir o que te interfiera el marido, sobre todo cuando el tuyo es ni más ni menos que el presidente del Gobierno. Que se desgranen ejemplos. Casos de negocio, como dicen en sus escuelas. No debe ser fácil. Nadie dijo que facturar lo fuera.