Predicar con el ejemplo
Ante este Gobierno faltón, histriónico y provocador, la oposición tiene la obligación de abandonar el «y tú más»
PROVERBIO chino, cargado de enorme sabiduría, como todo proverbio chino que se precie: «Antes de salir a arreglar el mundo, date una vuelta por tu propia casa». Que traducido y aplicado a la actual derecha española, resulta: «Feijóo, antes de salir a arreglar España, ata en corto a algunos de los tuyos, que no hacen más que dar carnaza y excusas a los más ruidosos, desquiciados y desquiciantes representantes de la izquierda española». Este país ha llegado a un punto de polarización sencillamente insoportable. Algo hay que hacer para detener esta espiral autodestructiva. Y ahí la oposición tiene una oportunidad. Al ‘sanchismo’ resulta inútil pedirle mesura. Pero en la otra ‘trinchera’ quizá haya alguna esperanza. La cual pasa inexcusablemente por la buena educación. La única manera de que la política actual vuelva a la senda de la normalidad democrática, del respeto institucional, es predicar con el ejemplo. En lugar de jugar al «y tú más», hacerlo al «cuanto más provoques tú, menos pienso hacerlo yo». Es decir. Si Óscar Puente desbarra como desbarra, no entrar al trapo. Si Patxi López bravuconea en cada una de sus frases, no caer en sus bravuconadas. Si Pedro Sánchez miente una y otra vez, ser extremadamente pulcros con la verdad. Aún a riesgo de parecer pusilánimes. Aunque salga Vox con aquello de la «derechita cobarde». A corto plazo pudiera parecer una derrota, dar el brazo a torcer. Pero esta es una carrera de fondo. Y está en juego mucho más que unas elecciones. Está en juego nuestra forma de convivencia. Además, incluso en términos políticos, de estrategia electoral, también podría ser rentable. Al fin y al cabo quedan más de tres años para las próximas generales –veremos qué pasa antes con las vascas, catalanas y europeas, pero en principio olvídense de un adelanto electoral con Pedro Sánchez–, y en ese tiempo se puede ‘construir’ otro relato. Crear una imagen seria, sosegada, dialogante, centrada, alejada de aspavientos, gritos e insultos. Sin ir más lejos la que ha construido el presidente de la Junta de Andalucía, del que el PSOE podrá decir lo que quiera, pero por ahí no le puede meter mano.
Para ello, lo primero es llamar al orden a los senadores metepatas, a los jefes de gabinete que amenazan e incluso a las presidentas de comunidad demasiado impulsivas. Si el ministro Escrivá está en uso de la palabra, es imperdonable que un senador del PP esté justo detrás hablando por teléfono sin dejarle exponer sus argumentos. Como lo es que una senadora le diga al ex alcalde de Villaluenga «si bebes no conduzcas» por un percance de hace más de una década. Como lo son las amenazas de Miguel Ángel Rodríguez o los continuos dardos de Isabel Díaz Ayuso. En todos estos casos lo único que hacen es dar pie al enfangamiento de la política. En todos seguro que se puede argumentar el «y tú más». Pero la pregunta es si merece la pena. Si no es más inteligente marcar tu propio camino. Predicar con el ejemplo de la mesura, del respeto, de la educación. Por el bien de la política, por el de todos nosotros.
RAMÓN