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larga y combina las más variopintas necesidades de las Fuerzas Armadas. «El objetivo básico es dotar a los Ejércitos del material operativo y de la infraestructura necesaria, que dé respuesta a las necesidades militares de nuestra Defensa –argumentaba el Gobierno en las últimas cuentas públicas–. Es el resultado de un proceso selectivo de las inversiones a realizar, que conjuga necesidades y previsiones económicas para garantizar la satisfacción de las necesidades más prioritarias presentadas por los Ejércitos, la Armada y el Estado Mayor de la Defensa, imprescindibles para el cumplimiento de sus misiones». Entre ellos hay proyectos más conocidos y otros menos, milmillonarios o austeros, exitosos o turbulentos.
El vehículo de combate sobre ruedas 8x8 es unos de esos programas que ha robado horas de sueño durante los últimos meses a los responsables de Defensa. En manos de la sociedad Tess Defence –compuesta por General Dynamics Santa Bárbara, Indra, Sapa y Escribano–, sus responsables se han lle
Sistemas terrestres
Destacan el programa del vehículo de combate sobre ruedas 8x8 Dragón, el Pizarro, Castor o la modernización de los sistemas antiaéreos.
Sistemas navales
La Armada está inmersa en la adquisición de las fragatas F-110, los submarinos S-80 y nuevos buques de acción marítima, hidrográficos o de transporte logístico.
Sistemas aéreos
Dentro del ala fija destacan la adquisición de cazas Eurofighter, el Pilatus PC-21 o el sistema no tripulado Predator; en ala rotatoria también están en marcha nuevas adquisiciones.
Sistemas multidominio
Los nuevos satélites de comunicaciones Spainsat NG, de posicionamiento Galileo o programas para observación de la Tierra y conocimiento del espacio.
vado más de un tirón de orejas público por los retrasos acumulados. También es conocido el caso de los submarinos S-80 que fabrica Navantia, que sufrieron un sobrecoste milmillonario y más de una década de retrasos; aunque en su caso ya todos respiran aliviados con la exitosa entrega del primer sumergible, el Isaac Peral, y la evolución satisfactoria en la fabricación de los otros tres. También avanza con éxito la construcción de cinco fragatas F-110 diseñadas para escenarios de alta intensidad y un presupuesto que supera los 4.000 millones de euros.
El F-35, a la espera
Otro de los programas más ambiciosos del Ministerio de Defensa es el de adquisición de aviones caza para renovar la actual flota del Ejército del Aire y del Espacio. El Gobierno ha dado ya el visto bueno a la compra de 45 Eurofighter y en el aire está si se decide o no por el estadounidense F-35 para la Armada. En el capítulo de sistemas aéreos España también está implicada en el proyecto de diseño del caza europeo del futuro (NGWS/FCAS), la renovación de las aeronaves de formación de pilotos o el misil Meteor para equipar los Eurofighter.
En cuanto a sistemas terrestres, además del 8x8, Defensa está inmersa en la adquisición de nuevos vehículos de cadenas, misiles contracarro Spike o la modernización de los dos sistemas de defensa aérea, el Nasams y el Patriot, que se encuentran desplegados en misiones como las de Letonia o Turquía para proteger su espacio aéreo.
En cualquier caso, algunos de los más espectaculares son los sistemas multidominio, como la obtención de una nueva capacidad de comunicaciones basada en una nueva constelación de satélites Spainsat NG, el programa de sistemas espaciales de observación de la Tierra de nueva generación (SEOT-NG) o la reposición de la capacidad de observación del globo terráqueo por satélite en el espectro radar. La importancia de estas aplicaciones en inteligencia es primordial para las Fuerzas Armadas, igual que los programas orientados al conocimiento y control de la situación espacial.
Menos espectaculares y difíciles de explicar, pero cruciales también para la milicia, son los denominados sistemas C4ISR para la coordinación de las operaciones, con obtención de información, sistemas de mando y control o de comunicaciones.
Aún recuerdo la primera vez que vi a los zampanzares. Fue en San Juan de Luz y me recordaron a los zamarrones de Zamora y a los zarramacos de Molledo. Más que nada porque es lo mismo, una tradición ibera que se repite en muchos pueblos pastores y que no tiene nada de especial, por más que el nacionalismo, en su charca de incultura, se empeñe en dar a entender lo contrario. Yo en todo esto lo que veo es un alto grado de paletismo, una mentalidad aldeana y acomplejada. Esto de llevarse a Sevilla a camareros que hablen euskera, ponerse a bailar aurreskus en la Alameda y sacar de paseo a los zampanzares es tan ridículo como si unos sevillanos se fueran a lo Viejo de Donosti y se llevaran a los Seises, un petrolero lleno de Cruzcampo sin pasteurizar y a los ‘armaos’ de La Macarena.
Qué quieres que te diga, cuando la gente bien formada viaja, intenta dejarse impresionar y aprender: sabe que no tiene nada que temer de su encuentro con el otro.
Pero hasta eso tiene disculpa: hay mucha buena gente entre los catetos. Lo que no la tiene es ver pancartas a favor de los presos de ETA a escasos metros de donde esos mismos asesinaron al matrimonio Jiménez Becerril. Esos ya no son catetos sino psicópatas. Y actúan como si no tuvieran un segundo que perder: sin fanatismo, su identidad se perdería como un gen recesivo. Un gen recesivo: eso es el nacionalismo. Y en su vertiente turística, un gen recesivo que actúa como el dominante. Si les dan diez días más, alguno pide prohibir a ‘El Pali’.