El delito de Willie Kirk
Willie Kirk, entrenador del Leicester femenino, fue despedido hace diez días tras una investigación interna del club por mantener una relación sentimental con una futbolista del equipo. ¿Es tan grave?
Pongamos por caso uno de los ejemplos de éxito del fútbol femenino español: el de la presidenta del Sporting de Huelva, Manoli Romero, y el que ha sido durante muchos años entrenador del equipo y ahora su director deportivo, Antonio Toledo. Se conocieron en 2001, cuando Manoli era una jugadora más del equipo de la Universidad de Huelva y Antonio fue nombrado entrenador. ¿Cuál fue el problema?
En el fútbol femenino, especialmente en segundas y terceras categorías, hay infinidad de casos de relaciones entre jugadoras y entrenadores que acaban en felicísimos y estables matrimonios: Javier García y Lorena Bardera, en el Madrid CFF, Agustín Sánchez y Ana Campo, en el Olímpico de Madrid, Isaac Sáenz Barroso y Laura, en el Tres Cantos... También hay romances que se intentan llevar con discreción. Hay hoy una jugadora internacional y un entrenador bastante conocido que tienen una relación sentimental sabida por muchos. Y algunas voces, incomprensiblemente, se quejan de que no se toma ninguna medida disciplinaria ante esa situación. ¿Y por qué debería tomarse si es una relación consentida por ambas partes, son evidentemente mayores de edad y ejercen su trabajo con disciplina y responsabilidad?
Hay otro caso conocido en el mundillo de la Liga F, donde además los protagonistas han coincidido en varios clubes, y de alguno, al menos ella, ha tenido que salir a la fuerza. El problema de estas relaciones es la comidilla típica de vestuario de «juega porque es la novia/mujer del entrenador….».
Si es buena, ¿debería quedarse en el banquillo sólo por mantener una relación con el entrenador? ¿No habría que confiar en la profesionalidad y en la preparación de la gente? Es la única manera de lograr respeto en un deporte que durante tantos años ha estado estigmatizado y relegado a comentarios lamentables. Las jugadoras son profesionales. Dedican horas y horas al entreno físico y mental, se cuidan, responden.
Yo lanzaría dos preguntas a los gestores del Leicester. ¿Por qué delito se echa a Kirk exactamente? Y la segunda, si tan grave es, ¿por qué sólo se despide al entrenador y no a la jugadora? Valoremos resultados, trabajo, dedicación y profesionalidad, y no aspectos que atañen a la esfera privada. Sólo cuándo incumplan con esos parámetros de calidad y seriedad en el trabajo, entonces sí, pasemos a cuestionar otras cosas. Por el momento, y desde mi humilde opinión, no creo que haga falta.