ABC (Andalucía)

Las llamadas por violencia sexual de menores se disparan: «Ya hay casos entre niños de Primaria»

► Siete de cada diez casos atendidos por Fundación ANAR son niñas, aunque de 0 a 9 años hay más varones

- ÉRIKA MONTAÑÉS

Tan ‘perdidas’ como los adolescent­es o niños que telefonean para pedir auxilio a los psicólogos de la Fundación ANAR (de Ayuda a Niños y Adolescent­es en Riesgo) se encuentran sus madres, porque son ellas las que cursan seis de cada diez consultas que tienen como motivo un acto de violencia sexual. La madre es la que más llama y cuando las víctimas son menores de entre 0 y 9 años, el segundo que más lo notifica es el abuelo, aunque a gran distancia (un 5,9%). Una preadolesc­ente cuenta que su entrenador le espeta: «Te han crecido las tetas, no dejes que tu novio las toque» y le pide «tocamiento­s». En casos como éste su progenitor­a pregunta a la línea de profesiona­les de ANAR porque no saben bien cómo obrar, si deben denunciar, callar o qué hacer.

Cuando la agresión sexual se consuma, muchos padres se culpan. El sentimient­o más repetitivo en las víctimas es de vergüenza, miedo y ansiedad. Tres de cada diez no denuncian ni se plantean hacerlo y una de cada diez ideará cómo suicidarse o intentará hacerlo presa de ese estrés, concluye el Centro de Estudios e Investigac­ión ANAR en su informe ‘Agresión Sexual en Niñas y Adolescent­es según su testimo273 275 nio. Evolución en España (2019-2023)’, que se presentó ayer en Madrid.

Las cifras alarmantes que contiene ese documento fueron resumidas por el director técnico de la Fundación ANAR, Benjamín Ballestero­s, y por la directora de las Líneas de ANAR, Diana Díaz: las agresiones a menores han aumentado un 55,1% en cinco años y un 353% si nos remontamos quince. Por cada caso que había en 2008 se registran ahora 4,5. Se han atendido 81.252 consultas entre 2019 y junio de 2023 y se han documentad­o 4.522 casos de agresión (3.560 niñas/adolescent­es; 959 varones y 3 menores que se identifica­ron como no binarios). En el caso de las mujeres, en una década se han incrementa­do un 316% los casos, destacó Díaz. Una de cada cien fue drogada antes de la violación. Y el 2,5% de las víctimas atendidas tienen alguna discapacid­ad.

Las víctimas no son solo mujeres, pero suponen el 78,7% de los casos. Y los varones son muy vulnerable­s entre los cero y los 9 años, así como representa­n una mayor proporción en casos de utilizació­n pornográfi­ca. Y es que ANAR diferencia cinco tipologías de agresión sexual: presencial (el 91,5% de las veces); ‘grooming’ o extorsión a la víctima que acaba consiguien­do el abuso sexual o la difusión de material íntimo; el ‘sexting’ o difusión de material íntimo no consentido; pornogra

fía; y prostituci­ón (1,9% de los casos).

Díaz subrayó ayer que todos los parámetros analizados se han agravado desde 2008. Uno de ellos es la frecuencia con que las víctimas dicen sufrir esos delitos y un 27% lo hace de forma diaria. En el 46% de los casos dura un año. Se escandaliz­a un profesiona­l (se ha recabado la opinión de policías, trabajador­es y educadores sociales, psicólogos) de que están viendo «conductas de agresiones sexuales ya en niños de Primaria, y que han tenido casuística­s en el último año con niños de 7 y 8 años que agredían a niñas de 4 y 5». La edad media de las víctimas es de 12,5 años y su rendimient­o escolar medio-bajo.

El agresor: varón y adulto

«Te han crecido las tetas, no dejes que tu novio las toque», le dice su entrenador y le pide tocarla

El perfil del agresor es mayoritari­amente varón y adulto; pertenecie­nte al entorno familiar en más de la mitad de las ocasiones (encabezado­s por el padre y el novio de la madre).

ANAR recoge 495 conversaci­ones entre los adolescent­es agredidos y los interlocut­ores de la ayuda. Mara –los nombres son ficticios– lleva meses «chantajead­a» por unas fotos que pasó por internet y ahora la acribillan a mensajes. Confiesa que desea «autolesion­arse» y poner fin a esa presión. El 70% de las víctimas no reciben tratamient­o psicológic­o, afirmó Díaz. Y añadió: «Nos preocupa que seis de cada diez progenitor­es no sepan actuar por negligenci­a o falta de reacción». La informació­n sobre sexo que tenga el menor es crucial. «No sé si es violación porque fue mi pareja», duda Dolores. La respuesta al otro lado del hilo teléfonico es «sin duda, lo es».

Linet desató el cisma familiar: «Mi madre defiende a su pareja, no reconoce que haya abusado de mí. Él consume drogas y se pone agresivo». Linet sabía que hablar «supone un antes y un después», defendió Sonsoles Bartolomé, directora del área jurídica de ANAR. Las familias inmigrante­s arrojan una tasa «altísima» de casos, sostuvo Díaz: son el 12,8% de la población infantil en España y el 41,3% de las víctimas asistidas.

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