ABC (Andalucía)

El Bernabéu más blanco, menos decisivo

► Buen ambiente en el feudo madridista, pero lejos de las recientes remontadas europeas

- DANIEL CEBREIRO MADRID

Se engalana el Santiago Bernabéu para acoger la primera gran noche europea de la temporada. Miles de aficionado­s, ansiosos de madridismo, acuden a sus aledaños un par de horas antes del inicio del partido para que sus jugadores ingresen al complejo con un recibimien­to a la altura del reto al que se enfrentan. Las bufandas al viento, la humareda de las bengalas y los atronadore­s cánticos inundan la avenida de Concha Espina al paso del autobús merengue. A pesar de dejar una buena imagen, la imponente luz del sol y la ausencia de adversidad­es que tanto encienden al personal provocan que su intensidad quede lejana respecto a los grandes ambientes previos que ha vivido recienteme­nte el estadio de Chamartín.

Los protagonis­tas saltan al césped del feudo blanco acompañado­s por un espectacul­ar mosaico repartido entre las más de 70.000 abarrotada­s butacas. Criticado por unos despliegue­s que generaban más memes que fondos de pantalla, la imagen del Bernabéu, con el escudo del Madrid protegido por un vikingo y los colores blanco y morado, sí secunda la categoría del encuentro. Asimismo, la mayoría de los asistentes responden al llamamient­o de sus jugadores y convierten al blanco en el color dominante entre las gradas.

Los pocos segundos que discurren desde el pitido inicial hasta la amarilla a Tchouaméni convierten al joven colegiado Letexier en unos de los blancos de la afición madridista durante el resto del partido. Apenas sin tiempo para seguir increpando al francés, el tanto de Bernardo Silva silencia durante unos segundos al personal. Pero la parroquia merengue se levanta dispuesta a revivir a los suyos para una nueva noche europea mágica. Por momentos lo parece. El Madrid da la vuelta al marcador de forma exprés y la grada, con el grato recuerdo de la temporada de las remontadas en la retina, se lleva las manos a la cabeza.

Las vertiginos­as transicion­es de los de Ancelotti, las constantes victorias de Rudiger sobre Haaland y las controvert­idas decisiones del trencilla consiguen encender y levantar a un público más expectante que animoso. El Manchester City devuelve el golpe y vuelve a voltear al marcador, lo que convierte a los miles de aficionado­s ingleses desplazado­s en protagonis­tas sonoros por primera vez en el encuentro. El gol de Valverde da paso a los últimos diez minutos, lapso de tiempo en el que el Bernabéu asume que su turno ha llegado y aprieta como en sus grandes proezas. Ambos equipos lo sienten y actúan en consecuenc­ia, el local, envalenton­ado, y el visitante, achantado. El empuje de la grada se relaja debido a los parones en el juego y no le queda más remedio que conformars­e con el empate. Será el Etihad quien dicte sentencia.

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// I GIL Guardiola y Ancelotti se saludan

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