ABC (Andalucía)

«No quiero nada que no me haya ganado en la plaza»

► El de Gerena torea hoy en la Maestranza su primera corrida de la temporada española, vetado por Roca Rey

- Matador de toros JESÚS BAYORT SEVILLA

–Aunque torea cuatro corridas en la Maestranza y se anuncia por primera vez en la Goyesca de Ronda, se quedó fuera de las primeras grandes ferias.

–La temporada pasada fue importante, reconocida con la Oreja de Oro. Me imaginaba en todas las ferias y en los mejores carteles. Me lo había ganado en la plaza, pero no ha sido así. Tampoco quiero nada que no me haya ganado. Mi hueco en las ferias debe ser el que he ganado en el ruedo.

–Me dicen que estuvo «mejor que nunca» el pasado Sábado Santo en Arlés.

–Vengo de una preparació­n muy grande, aunque nunca es igual torear en el campo que en la plaza. El vestido, el público y la presión lo cambian todo. Está siendo un año muy distinto, pero así lo he querido. Pese a no llegar placeado, sé que puedo demostrar grandes cosas y convencer a la gente que un día perdió la ilusión en mí.

–Entre la exitosa temporada y el polémico veto de Roca Rey, noto a la afición más predispues­ta que nunca.

–Debo asumir mi responsabi­lidad. Soy tímido y muchas veces me cuesta abrirme a la gente. La verdad es que no me obsesiona lo que hablen de mí quienes no me conocen. Sé que no puedo agradar o gustar a todos, pero trato de mejorar y estoy trabajando en ello, incluso más que en mi profesión.

–El invierno ha sido encerrado en la sierra madrileña, alejado de su querencia y de cualquier distracció­n.

–Lo hice con la máxima ilusión, convencido de que era la manera de llegar a punto para la temporada. Un mes antes de Arlés tuve que descansar. Sé que las tardes que me esperan serán tan duras como bonitas y quiero que el nivel sea muy alto.

–La Maestranza, sin colocarlo el Domingo Resurrecci­ón, le ha puesto en categoría con cuatro corridas. Está en una especie de tridente junto a Morante de la Puebla y Roca Rey.

–Es una satisfacci­ón total y un reconocimi­ento al sacrificio de tantos años. No sólo por torear cuatro tardes, sino por el reconocimi­ento del aficionado. Sé que ahora cuento con el cariño de la gente y que me están esperando. Además, es una preocupaci­ón porque les he fallado muchas veces. No quiero que vuelva a pasar.

–Esa gente también quiere verlo competir con Roca Rey.

–Lo siento por ellos, pero no está en mi mano. Siempre he intentado rivalizar con todos mis compañeros. No me refiero a una rivalidad personal, hablo de lo profesiona­l. Aunque cada uno tenga su camino, hay cruces que son buenos para la fiesta.

–Se dijo que habría una reunión en febrero, ¿qué pasó?

–Le dije que estaría encantado de hacerla cuanto antes. Cuando eso pase, todo esto quedará en una anécdota.

–Si él está molesto por algo, ¿no cree que debería pedirle explicacio­nes antes de vetarlo? ¿Le ha comentado alguna vez cuál es su problema?

–Nunca me ha dicho cuál es el problema, por eso quiero aclarar las cosas. Creo que somos dos hombres suficiente­mente maduros como para saber afrontar estos asuntos. El día que nos reunamos, nos diremos lo que pensamos el uno del otro y seguro que llegaremos a buen puerto.

–Debe ser duro tener este conflicto cuando no ha existido enfrentami­ento entre ambos; sino que, supuestame­nte, todo viene por el comentario de un tercero.

–Eso es lo que más me duele, que todo esto sea por culpa de terceras personas. Aunque tampoco lo puedo afirmar, porque él no ha querido hablar conmigo.

–Quien sí salió a la palestra fue Roberto Domínguez, que deslizó que usted lleva poco público a la plaza y que las figuras no lo quieren.

–Como bien has dicho, me mantengo al margen de todo eso. Respeto al maestro y si algún día le tengo que decir algo, se lo diré en persona.

❝ «Roca Rey nunca me ha dicho cuál es el problema; me duele que venga de terceras personas»

Había cambiado Morante el trono de la Maestranza por un diván, una especie de confesiona­rio espiritual. Abría su mundo interior como si fuera un canal por medio del arrozal. Y salía por la brecha del alma toda su amargura, su quebranto. Como quebraba en forma de ocho al coqueto Mágico, que traía magia suficiente como para hechizar su coraje torero, su gallardía. Osado Morante en dos soberbios trincheraz­os que parecían enterrarse en los bajos de la Maestranza, una plaza entregada a su genio, comprometi­da con su situación. Como Tejera –¡bravo por José Manuel Tristán–, que sopló directo a la memoria del genio. Rubores, el pasodoble de Ligerito.

Tocaba la banda a la animosidad del maestro, cantaba Tejera a la sensibilid­ad torera. La de los grandes aficionado­s. Los que saben cuando apretar, y también cuando hay que arropar. Arropaba Sevilla a Morante de la Puebla, que ponía toda la magia que le faltaba a este Mágico, primero de Juan Pedro, mucho más animoso que el resto. Como el torero, animado y desenvuelt­o, desprendid­o de aquel rostro entristeci­do. Y se quedaba en los terrenos del toro, seguro e insistente. Ligando en corto, ligerito. Como el nombre de aquel toro cimero. Más sorprendid­o al natural, aunque igualmente entregado. Monumental­es fueron los últimos cambios de mano, como el cosquilleo por las orejas del toro. Se crecía Morante de la Puebla, puesto en pie sobre el diván de la Maestranza.

Sevilla lo escuchaba, lo comprendía. Sacaban los pañuelos como el terapeuta que ofrece un informe favorable: «está usted estupendo, maestro».

La sensibilid­ad de Tejera le faltó al presidente, que, siendo justo, no atendió una petición insuficien­te. Perdonable, como imperdonab­le fue el baile de corrales en el reconocimi­ento: cinco toros rechazados. La primera gran corrida del ciclo continuado, desmontada a unas horas de su comienzo. Me pica la curiosidad: ¿qué pasó? ¿Tanto habían cambiado los toros que inspeccion­aron el pasado 1 de abril? De Pascuas a... jueves de farolillos. ¡Qué petardo! A Juan Pedro Domecq, que terminó lidiando una de las corridas más desfondada­s de sus últimos tiempos, lo colocaron en el disparader­o. Cinco toros rechazados, cinco balazos directos a la diana del despropósi­to.

Corrida que quebraron en el reconocimi­ento, como se terminó quebrando la tarde. Insufrible. Amenizada también por el faraónico recibo aguadista, que traía una mata de romero en la solapa de su corazón. Recortando longitud a su percal, caidito y despacio en su magno homenaje al Faraón. Cogido junto a la esclavina, sin agarrar los flecos, volando la bambita, meciendo verónicas de ensueño. Y Sevilla lo captaba, como captó su media. Eterna, sublime. Era ese Barroco un toro de maqueta. Bajísimo, más acodado y recortado. Tuvo lentitud en su salida, como las verónicas de Aguado, que llegaron hasta los medios. Y por fin se vio a un picador en plenitud: Mario Benítez. No sólo en la suerte, también en su ejecución. Fue todo, no hubo más.

 ?? ??
 ?? //JUAN FLORES ?? Natural de Morante de la Puebla al primer toro de la tarde
//JUAN FLORES Natural de Morante de la Puebla al primer toro de la tarde

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain