Traidor, no preguntes por qué
PSOE y PNV han amnistiado, indultado y bendecido a Bildu. Que no se quejen
N Oes sólo esa obsesión con la que Zapatero catapultó a Otegi como un ‘hombre de paz’. En realidad nunca importó la sangre inocente. Es el olvido como metástasis social, es la narcotización de la memoria, son las lagunas en el tiempo de una anestesia con la que se nos borran los rostros de tanta víctima. Hoy Bildu puede ganar. Bildu celebra mítines en esquinas oscuras, junto a los paredones donde sus idolatrados etarras mataban por una ‘causa’ que sólo podría enorgullecer a una entraña podrida. A alguien con la piedad amartillada en una pistola. Bildu se dice independentista, y ese es el salvoconducto que a fuerza de ser repetido y ser vinculado al ‘derecho de los pueblos’, ha convertido en magia posibilista lo que sólo es indecente e ilegal. Bildu sí que ha sido amnistiada, indultada y bendecida.
Pero Bildu, por más que se disfrace y se esconda de su miseria y de su historia con la palabrería del hipócrita incapaz de pedir perdón, representa el triunfo de una amnesia colectiva y pasiva. Escuchas a socialistas vascos sacudiéndose las solapas con alardes de dignidad que son baratijas, y te dicen frunciendo el ceño que no les puedes dar lecciones. Que ellos han llorado a sus compañeros en un charco de sangre. Que aún sueñan con escoltas y que miraban bajo sus coches. Que tú no sabes de amenazas, ni de ataques, ni de atentados frustrados. Que nadie está legitimado para reprocharles nada. Oye, y en su orgullo redentorista mantienen intacta la conciencia. Parecen creérselo de verdad, como los actores de un culebrón que engullen guiones interminables de modo repetitivo, instalados en la inercia mental de su descaro. Zapatero dijo que eran ‘hombres de paz’. Sánchez, que ‘socios legítimos’ y daba pésames por etarras muertos. O aquello otro de Pablo Iglesias. Que Bildu está llamado a la ‘dirección del Estado’. Purificados, incapaces de llamar terrorista a ETA… y asunto resuelto.
Bildu es un sepulcro blanqueado, y el PSOE y el PNV han hecho de sus miembros unos meapilas repeinados de domingo, tipos benéficos que posan monedillas en el cepillo, nuevos santurrones de confesionario. El PNV y el PSOE los han canonizado, y nos hablan de perdón colectivo y de concordia. Y los llaman demócratas. Y les ríen las gracias. Y se dan abrazos, y se intercambian los votos y las alcaldías, y nos cuentan que eso es la política, que no tienes ni idea. Que los charcos de sangre se secaron con serrín. Que eso ya pasó, que algunos nos quedamos colgados del rencor. Y todo vale porque la ‘memoria democrática’ permite estos saltos de inmoralidad, estas burbujas en la historia. La iconografía de la mentira humillante. Sal, pregunta por ahí a estas generaciones de nombres absurdos con letras. Pregúntales quiénes eran Gregorio, o Fernando, o José Luis, o Froilán, o Ernest. Ni a Miguel Ángel Blanco conocen. Esto ya no va de ‘wokes’ ni ‘antiwokes’, ni de batallas ideológicas, ni de fractura social. Va de que hemos consentido que las manos blancas se hayan ensuciado en el trayecto. Va de lo barato que es un escaño. Nuestra amnesia transforma la decencia en estiércol. No se quejen PNV y PSOE si lo pagan. Han engordado a Otegi. Y si te llaman traidor, no sé, en la Feria, no preguntes por qué.