ABC (Andalucía)

El Gobierno dice ahora que Bildu es «incompatib­le con la democracia»

► En plena campaña sí crítica a los ‘abertzales’ por justificar a ETA, como hacen siempre

- MARIANO ALONSO MADRID

Elecciones vascas

Euskal Herria Bildu o EH Bildu, la coalición que lidera Arnaldo Otegi, cuyo partido nodriza es Sortu –la enésima marca de lo que un día fue Batasuna y antes Herri Batasuna, es decir: el brazo político de ETA– ya no es un «partido progresist­a democrátic­o», como lo definió en diciembre el ministro Óscar Puente, uno de los miembros del Gobierno más estrechame­nte vinculados a Pedro Sánchez. Ahora, y según dijo ayer la portavoz del Ejecutivo, la también socialista Pilar Alegría, es una formación cuyo candidato a las elecciones en el País Vasco del próximo domingo, Pello Otxandiano, realiza afirmacion­es públicas «incompatib­les con la democracia». Tres de las preguntas que tuvo que contestar en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros –la mitad, pues invariable­mente concede seis turnos y a veces menos– versaron sobre lo dicho por Otxandiano en una entrevista el lunes por la noche en la Cadena Ser, donde, pese a la insistenci­a del entrevista­dor, se negó a definir a ETA como banda terrorista, empleando en su lugar el término «grupo armado», y donde se refirió a los más de 850 asesina

Fíjate, Peláez, que hasta el rabo todo es toro y, al final de la campaña, el PSOE ha descubiert­o la connivenci­a de Bildu con ETA. Se han sorprendid­o en un sonrojo fingido y torpe, un poco como cuando en la película porno se descubre que el fontanero no venía a arreglar la lavadora. En la Ser le preguntaro­n a Otxandiano si ETA era una banda terrorista. Parece una pregunta sencilla, pero no se la hacían. Vino a decir que no. Bildu es ETA argumental­mente y de otras maneras, tanto que mantiene sus razones, su misión, su logo en el cartel y sus terrorista­s en las papeletas, pero el PSOE no quería verlo. Que Bildu es un partido moralmente execrable se sabía desde dos por los etarras como «una de las diferentes violencias» sufridas en el País Vasco.

Nada nuevo bajo el sol en el posicionam­iento de la izquierda ‘abertzale’. Nada distinto a lo que ha dicho siempre Otegi, que en noviembre dio un paso atrás estratégic­o para designar a Otxanhace tiempo, pero chico, servía para gobernar en Madrid y, si apoyaba el sanchismo, bien estaba. Decía Óscar Puente que era un partido progresist­a, firmaba la ley de vivienda, ¡la ley de Memoria Democrátic­a! Porque servía para la gloria sanchista y qué le íbamos a hacer, gobernaron gracias a su acuerdo en Navarra, les dieron la Alcaldía de Pamplona y lo que hiciera falta. Me acuerdo de cómo Bildu era un partido de responsabi­lidad de Estado y el PP, una banda echada al monte, peligrosos ultraderec­histas que justificab­an la dictadura de Franco, cuando a algunos dirigentes de Sortu se les notaban las marcas de las costuras de la capucha. A la izquierda ‘abertzale’ le humea la pistola, pero eso Sánchez no lo quiso ver y ahora el pobre Andueza está entrampado en el meollo del sanchismo. Si tan malos son los de Bildu, ¿por qué pactan con ellos? diano candidato, mientras él será reelegido en septiembre coordinado­r general de Bildu. Pero en la recta final de la campaña vasca, con las encuestas apuntando de forma unánime la posibilida­d de un histórico triunfo de Bildu por encima del PNV, los socialista­s se ensañaron dialéctica­mente con su socio, llamaron a Otxandiano «cobarde», como hizo Alegría en la estela de lo dicho antes por el candidato del Partido Socialista de Euskadi (PSE), Eneko Andueza, quien llegó a decir que sabe «dónde estaba el señor Otxandiano cuando yo iba escoltado». La portavoz evitó incluso que la ministra de Sanidad, Mónica García (Sumar), que le acompañaba en la sala de prensa, contestase a una pregunta sobre su candidata vasca, Alba García, quien ayer mismo subrayaba en una entrevista en ‘Gara’ sus «similitude­s» con los de Otegi y la posibilida­d de llegar a «muchos acuerdos», si bien luego criticó a Bildu por no estar «a la altura».

Cinco años de pactos

El PSOE que ahora reniega de Bildu recibió sus votos en la moción de censura de 2018 que aupó a Sánchez a La Moncloa, si bien en aquel momento los dos diputados de los ‘abertzales’ no eran necesarios para ganar la votación. Dos años después sí lo fue su abstención, junto a la de ERC, para la primera investidur­a obtenida por el líder del PSOE en enero de 2020 y a partir de ahí se fue afianzando una relación que ha pasado por el apoyo de Otegi a todos los Presupuest­os Generales del Gobierno y por su contribuci­ón a leyes señeras de la pasada legislatur­a, como las de vivienda o Memoria Democrátic­a. Más reciente está el apoyo del Partido Socialista de Navarra (PSN) para hacer de nuevo al abertzale Joseba Asirón alcalde de Pamplona y el acuerdo presupuest­ario en la capital de una comunidad cuya presidenta, la socialista María Chivite, gobierna gracias al apoyo de Bildu. La entente se extiende a Éibar, una ciudad gipuzcoana de peso, a escala vasca.

Todo ello con una formación «incompatib­le con la historia de nuestro país y con la democracia, que fue quien derrotó a ETA», según Alegría.

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// EFE Pello Otxandiano, candidato de Bildu, el pasado domingo en Vitoria
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