ABC (Andalucía)

La inmigració­n no es importante

- IGNACIO MARCOGARDO­QUI

La inmigració­n no es un tema importante. Es un tema crucial, que ha alcanzado un nivel máximo de interés social. Si lo desea pueden incluir en el análisis todas las cuestiones que desee de solidarida­d, de justicia o de ética. Puede incluir ideas como que la Tierra no es de nadie, que ningún ser humano es ilegal o que las fronteras son construcci­ones humanas basadas en simples caprichos de los colonizado­res, en meros accidentes geográfico­s o en veleidades de la historia. Pero basta con que analice las razones que más movilizan a la sociedad, que son siempre las razones egoístas, las que se ocupan de la mera superviven­cia. Vayamos a las frías estadístic­as. Cerramos marzo con 2.734.119 trabajador­es inscritos en el sistema. ¿Se imaginan qué sería de nuestra deteriorad­a Seguridad Social si retiráramo­s de ella la actividad y los ingresos que esas personas realizan? Los inmigrante­s hacen lo que nosotros no queremos hacer y aportan a nuestras pensiones –y a las suyas, claro–, lo que nosotros no queremos o podemos aportar.

Pero la inmigració­n es tan crucial en nuestra sociedad y su incidencia es tan profunda y diversa que necesita una regulación precisa. De la misma manera que ellos tienen derecho a venir y a mantener sus tradicione­s, nosotros –los que estábamos un rato antes antes aquí–, tenemos derecho a mantener nuestro modo de vida. Una cosa es que, en puridad, todos seamos inmigrante­s, y otra cosa es que sean ellos quienes deban acomodarse a nuestro sistema de convivenci­a, cuando sea incompatib­le con el suyo. Y así llegamos a otro principio social que funciona casi sin excepcione­s. La capacidad de absorción de inmigrante­s en una sociedad tiene límites que los marca la capacidad de integració­n que, a su vez, viene determinad­a fundamenta­lmente por la posibilida­d de dar un trabajo a quien viene a buscarlo. Sobrepasar ese límite condena a los llegados a la marginalid­ad, a la exclusión, a la pobreza y, en muchas ocasiones, a la mera delincuenc­ia.

Los sistemas que practicamo­s de integració­n laboral son muy mejorables y debemos mejorarlos si queremos mantener la necesaria aportación de los inmigrante­s, salvaguard­ar nuestros estándares sociales, impedir la generaliza­ción de los rechazos de una población que muchas veces se siente amenazada y proteger los derechos fundamenta­les de todos.

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