ABC (Castilla y León)

LA OPOSICIÓN VACANTE

Cuando PP y Cs regresen al escenario se toparán con un mapa político nuevo construido a base de hechos consumados

- IGNACIO CAMACHO

TRANQUILOS, que algún día comparecer­á la oposición, si para entonces Sánchez no ha convocado elecciones. En algún momento del año, quizá cuando los terrorista­s presos estén cerquita de sus casas y a punto de «progresar de grado» –eufemismo oficial de excarcelac­ión progresiva–, o cuando los líderes del procés duerman bajo la custodia de Torra, o cuando el PSOE y Podemos se hayan puesto de acuerdo para nombrar a pachas al ministro de la televisión pública, o cuando el Gobierno haya subido por decreto los impuestos, o cuando transfiera nuevas competenci­as al País Vasco, o cuando decida por su exclusiva cuenta la política sobre inmigrante­s y refugiados, acaso entonces los españoles puedan conocer qué opinan el PP y Ciudadanos sobre esta sucesión de hechos consumados. Sin prisa, porque nada de eso lo puede evitar al fin y al cabo, y entre unas cosas y otras ya mismo llegan las vacaciones de verano. Con suerte, además, el presidente se decide a desenterra­r a Franco y los dos partidos del centro-derecha encuentran alguna excusa para no pronunciar­se sobre un asunto tan antipático.

Los populares ya la tienen, en realidad: están eligiendo a su líder y no se les puede molestar en tan delicado proceso. No se han interesado en él muchos afiliados, la verdad sea dicha, pero eso es lo de menos; sus dirigentes están entretenid­os con el frente partidario abierto. Aunque cinco de los seis candidatos son diputados en el Congreso, deben de considerar que pronunciar­se sobre los asuntos de la gobernació­n del país viola de algún modo la autonomía del debate interno. Para algo está de guardia Rafael Hernando, ese portavoz tan sutil y discreto al que de todos modos deberán un homenaje cuando acaben de discutir entre ellos. Los votantes que queden pueden esperar o acudir a las redes sociales, como muchos están haciendo, a expresar sus propios criterios. Sin incordiar, que esto de elegir nuevo jefe es un trabajo muy serio y ya dice el Eclesiasté­s que cada cosa requiere su tiempo.

En cuanto a Cs, parece que aún tiene que digerir un poco más la moción de censura. Decidir si es de izquierdas o de derechas y si algunas de las medidas del Gabinete de Sánchez son lo bastante modernas o regenerado­ras para poder hacerlas suyas. Respetar los cien días de gracia que todo gobernante merece y estudiar la situación sin precipitar­se en urgencia estratégic­a alguna; con la misma calma desplegada tras ganar las elecciones en Cataluña.

No hace falta que corran; el apremio siempre fue un mal consejero. Pero cuando alguna de las dos fuerzas vuelva a comparecer, si es que logran sacudirse el desconcier­to, es probable que se topen con un nuevo consenso construido por los socialista­s con el nacionalis­mo y con Podemos. Que entre gesto y gesto, el presidente haya dibujado un nuevo mapa político sin encontrar otro obstáculo ni otra respuesta que un desolador silencio.

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