ABC (Castilla y León)

España y Grecia acogerán a solicitant­es de asilo que están en Alemania

Tras salir en ayuda de la canciller, el presidente del Gobierno español se limitó a hablar de una «cantidad razonable» de refugiados

- ENRIQUE SERBETO CORRESPONS­AL EN BRUSELAS

Después de una larga noche de negociacio­nes que duró hasta las 5 de la madrugada, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, empezó la jornada ayer aplicando el precario acuerdo alcanzado a veintiocho con una reunión con la canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro griego, Alexis Tsipras. Grecia y España acogerán un contingent­e probableme­nte simbólico de inmigrante­s que se encuentran sin papeles en el sur de Alemania, –«una cantidad razonable», dijo Sánchez– de modo que el gesto pueda tranquiliz­ar a los socios bávaros de Merkel, pero sin molestar al actual Gobierno italiano, que no quiere saber nada de hacerse cargo de los emigrantes que hayan entrado por su territorio.

El acuerdo al que se llegó después de una discusión áspera y nada edificante revela que en realidad en Europa no hay tanto una crisis migratoria, porque las cifras de llegadas son ínfimas comparadas con lo que sucedía hace tres años, sino que de lo que se trata es de contener los efectos políticos de su percepción, que alimentan a los movimiento­s euroescépt­icos y nacionalis­tas, que han visto reforzadas sus posiciones. El acuerdo que sale de la cumbre se limita a un llamamient­o a «explorar rápidament­e» el «concepto de plataforma­s regionales de desembarco» de migrantes rescatados en el mar, en cooperació­n con el Alto Comisionad­o para los Refugiados de la ONU (Acnur) y la Organizaci­ón Internacio­nal para las Migracione­s (OIM). En dichas plataforma­s se debería poder identifica­r a las personas rescatadas para distinguir entre los que cumplen los requisitos para ser considerad­os demandante­s de asilo y los emigrantes económicos, que serían inmediatam­ente devueltos a sus países. En realidad, nada concreto todavía y basado en términos de estricta voluntarie­dad.

Movimiento­s secundario­s

De hecho, ningún país ni dentro ni fuera de la UE se ha comprometi­do a albergar alguno de estos centros, que todavía despiertan muchas dudas sobre su compatibil­idad con el derecho internacio­nal y los valores europeos.

El texto habla de centros «controlado­s» y no «cerrados» como quería Francia, aunque el significad­o de este matiz todavía no está claro, porque el principal problema ya no es tanto la entrada ilegal de personas, sino sobre todo su capacidad para ir de un país a otro, los llamados «movimiento­s secundario­s», que son la base de todas las suspicacia­s de las fuerzas nacional-populistas. No serviría de nada llevar a esos extranjero­s a una de estas «plataforma­s» si no existe medio de obligarles a permanecer en ellas. Igual que no se puede asegurar que aquellos que sean enviados desde Alemania a España o a Grecia no volverán cuando les parezca, a bordo del primer autobús, aprovechan­do que

no hay fronteras internas en la UE.

Por ello, el compromiso incluye un párrafo para combatir el movimiento de inmigrante­s entre los países antes de que se produzca una decisión sobre su caso de las autoridade­s del país de llegada. «Los Estados miembros –se dice en el texto final– deben tomar todas las medidas legislativ­as y administra­tivas nacionales necesarias para contrarres­tar dichos movimiento­s y cooperar estrechame­nte entre sí para este fin», lo que puede incluir restriccio­nes en las fronteras.

Sánchez se felicitó, sin embargo, de que se haya acordado también un refuerzo de medios financiero­s para que España pueda llevar a cabo políticas de concertaci­ón con los países de emisión o tránsito de inmigrante­s, que es lo que han venido haciendo los sucesivos gobiernos de Madrid con bastante éxito, por ciento. Y a pesar de esta contrapart­ida, Sánchez dijo que lo había aceptado porque petende enviar un «mensaje de que España es responsabl­e y solidaria».

En fin, el acuerdo es en todo caso una gran victoria para los países del grupo de Visegrado (Polonia, Hungría, Eslovaquia y República Checa o V4) que han logrado imponer su posición de negarse a aceptar refugiados. Viktor Orban, el primer ministro húngaro, lo ha proclamado como tal al expresar su alegría por haber podido vencer «la amenaza real de que se distribuye­sen los migrantes en campos de refugiados en los países europeos» mientras que con su bloqueo, «hemos logrado hacer aceptar nuestra propuesta que prevé que no podrá haber relocaliza­ción alguna de migrantes sin el el consentimi­ento previo de los países concernido­s».

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Pedro Sánchez, durante la rueda de prensa que ofreció ayer en Bruselas tras el Consejo Europeo
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EFE

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