El Sky se quita del liderato
▶ Clarke, como en 2012, gana fugado y Molard se queda con el maillot rojo de Kwiatkowski
Roquetas de Mar está entre dos mares, el azul Mediterráneo y el que se extiende coloreado de blanco sobre los invernaderos de plástico. La quinta etapa iba desde la Alpujarra, tan quebrada, hasta la playa, tan plana. Estaba claro: era un día de dos caras. Simon Clarke, ciclista vertical y horizontal, vale para escalador, como cuando ganó en Ezcaray en la Vuelta 2012, y para rematar un esprint como iba a hacer en Roquetas.
Clarke venía pendiente de las dos caras que le seguían, la del veloz De Marchi y la del pontente Mollema. «Decidí centrarme en Mollema». Atinó. Y le sacó oro a otra fuga que triunfa en esta Vuelta tan asfixiada por el calor que nadie quiere las riendas. Ni siquiera el todopoderoso Sky, que en Roquetas dejó que el francés Rudy Molard, del equipo Groupama, se vistiera el maillot rojo hasta ahora de Kwiatkowski.
Por ajustes de programación, TVE propuso que la etapa saliera media hora antes. Entre Granada y Roquetas había un par de duros puertos y un final en descenso. Esos ingredientes cocinan el menú ideal para las escapadas. Hasta Nibali y Aru se movieron por esas laderas de las Alpujarras, montañas de agua, de Lanjarón. Tras una primera hora a casi 48 por hora, se compuso una fuga de 25 dorsales: Clarke, Mollema, De Marchi, Jonathan Lastra, De Tier, Amador, Geniez, Kudus... Y Mikel Iturria, debutante con el Euskadi-Murias.
Cada mañana, Iturria se palpa la pierna derecha. En el Tour de Limousin de 2017 casi la pierde para el ciclismo. Sus padres estaban en la meta. No le vieron llegar. Iba hacia el hospital con la extremidad abierta, el fémur partido y tras dejar atrás un charco de sangre. Primero estuvo enfermo, luego se rompió un codo y esa tarde, el hueso más largo, el que hace palanca sobre los pedales. Tras seis semanas de mantener la pierna colgada de unas muletas, se subió al rodillo. Todo empezó a rodar mejor: el Euskadi-Murias daba el salto e iba a disputar la Vuelta 2018. Iturria la disfruta bien apoyado en sus dos piernas.
Será un buen gregario. El alto del Marchal puso a cada uno de cara con sus propias fuerzas. De Marchi, Mollema y Clarke, tres antiguos vencedores de etapa en la Vuelta, salieron a flote. A un minuto, Molard, De Tier y Villella trataban de agarrarles. Los demás ya no contaban. Seis minutos más abajo, el Sky hacía sus cuentas. Demasiado esfuerzo para conservar el liderato de Kwiatkowski. Aquí no tiene la plantilla del Tour.
Molard, por delante, agradeció el regalo. Es un buen ciclista, un escalador notable y uno de los gregarios fieles de Pinot. «No esperaba ser líder», se sorprendió. Molard fue campeón del mundo juvenil de triatlón de invierno, una especialidad que combina la carrera a pie, el mountain bike y el esquí de fondo. Creció cerca de los Alpes, entre laderas de nieve. Pero cuando al fin optó por el ciclismo se trasladó al sur, en busca del sol. En Roquetas, con un minuto de margen, subió al podio vestido de rojo. «Espero conservar este maillot hasta el domingo». Ese día se subirá la Covatilla, que es una estación de esquí. Demasiado dura para él, que fue esquiador, pero que ahora es un ciclista de calor. «El Sky ha hecho bien en ceder el liderato», zanjó Valverde. En la Vuelta, con tanto sudor acumulado, hay que economizar cada gota. El cálculo.
Y eso, cuentas, hacía Clarke. El sprint frente a Mollema y De Marchi era una ecuación con tres variables. La resolvió bien. Manejaba un dato que le gustaba. De Marchi y Mollema llevaban kilómetros atacando. «Eso es que no confiaban en sus fuerzas», dedujo Clarke. Vive en Andorra, en los Pirineos y fue rey de la montaña de la Vuelta 2012. «Pero no soy un escalador; soy oportunista».
Valverde
«El Sky ha hecho bien en ceder el liderato. Defenderlo supone demasiado desgaste»