Boda y vergüenza
En septiembre asistí en el Ayuntamiento de Torredembarra a una boda civil. Quedé anonadada por la falta de sensibilidad del alcalde, que mancilló, de forma gratuita, ese día de alegría a los contrayentes. Cuando íbamos llegando al Ayuntamiento, novios, padrinos, familiares y amigos pudimos constatar que el Ayuntamiento nos daba la bienvenida con una pancarta de: «Llibertat Presos Polítics» al entrar en la casa de todos nosotros. Ese Ayuntamiento que vive de todos nosotros, sí, de todos sin exclusiones: para poder casarse en ese maravilloso patio, tan bonito y emblemático, los novios tuvieron que abonar un extra de 280 euros. Acompañando a mis amigos, unos días antes de la boda, nos dirigimos al representante de Ciudadanos, Toni Cruz. Nos atendió con sensibilidad y se avino a hacer de mediador ante Eduard Rovira, de ERC, alcalde de Torredembarra.
Nos consta que en nombre de los novios y familia le solicitó que retirase la pancarta durante dos horas de la fachada, tiempo de duración del enlace. El alcalde de Torredembarra, que lo es de todos nosotros, se negó rotundamente, aduciendo que era un acuerdo del pleno. Eso sí, su sensibilidad llegó a la cúspide al añadir que a él tampoco le gustaba que hubiera presos políticos en la cárcel. Señor Eduard Rovira, le recuerdo que hay unas expresiones muy españolas que dicen «no confundir el culo con las témporas», u otras como no confundir churras con merinas, la gimnasia con la magnesia, y así… Le recuerdo que el español es el idioma más rico en expresiones idiomáticas. Para no alargarme quiero agradecerle a Eduard Rovira su pésima amabilidad, humildad y gestión con algunos de sus vecinos, a los que no nos representa. Es un pésimo gobernante para sus conciudadanos, que pagamos religiosamente los impuestos y por tanto su sueldo».