La defensa política de Quim Torra, un reguero de mentiras
▶El presidente de la Generalitat de Cataluña intenta desprestigiar la democracia y la Justicia españolas
Tras salir del Tribunal Supremo, al que acudió como público, el presidente de la Generalitat de Cataluña, Quim Torra, el jueves, se dirigió a la delegación que el gobierno autonómico tiene en Madrid y pronunció, desde ahí («la delegación de Cataluña en España», llegó a decir), su alegato de defensa, más político que jurídico: algo menos de 1.800 palabras. Un discurso de unos doce minutos. Una intervención que concentra un reguero de mentiras, medias verdades e inexactitudes que el nacionalismo catalán envuelve, pregona y distribuye en formato indiscutible. A continuación, una selección de algunas falsedades y la explicación fáctica de que no dice la verdad.
El presidente de la Generalitat fue condenado el 19 de diciembre por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) a una pena de inhabilitación para cargo público de un año y medio y 30.000 euros de multa por desobediencia. El TSJC constató, gracias a la confesión del propio Torra durante su declaración ante el tribunal, que había desobedecido a la Junta Electoral Central (JEC) que le pidió y reiteró que retirara una pancarta y otros símbolos partidistas de las dependencias autonómicas, incluido el balcón del Palacio de la Generalitat, durante la campaña electoral de marzo de 2019. De hecho, Torra –para evitar, posiblemente, un conflicto con los Mossos d’Esquadra, que fueron advertidos de ello– acabó retirando la pancarta del balcón de la sede de la Presidencia regional. Pero tarde. Así, no se le inhabilitó por «defender la libertad de expresión» sino por hacer caso omiso a la JEC, según fijó en sentencia (recurrible) el TSJC. Y, en cualquier caso, su supuesta defensa de la libertad de expresión le duró bien poco, solo hasta que los Mossos decidieron retirar la pancarta y los símbolos partidistas.
Hay diversos índices profesionales que analizan la calidad democrática de los países del mundo. En todos, España sale bien parado. El de la prestigiosa revista «The Economist», por ejemplo, clasifica a los países en función de los procesos electorales y pluralismo internos, el funcionamiento de los gobiernos, la participación y la cultura políticas y los derechos civiles. Según este índice (2019), España es una de las 22 «democracias plenas», por delante de Francia. Y aparece mejor que las «democracias imperfectas» de Japón, Estados Unidos, Israel, Italia, Argentina y, entre otros países, por cierto, Bélgica. Otro índice, el elaborado por World Justice Project, una organización independiente y multidisciplinar, mide «el Es