ABC (Castilla y León)

Detenido por descuartiz­ar a su pareja en un piso de Santander

- PABLO MUÑOZ MADRID

La mañana del 20 de agosto pasado se perdió el rastro de una mujer guatemalte­ca en Santander, donde vivía con su pareja, un colombiano. No tenían trabajo fijo; eran, en palabras de las fuentes consultada­s por ABC, «unos buscavidas; más él que ella, en todo caso». Seis días después, sus hermanos presentaba­n denuncia en Ciudad Real por su desaparici­ón y alertaban de que su familiar era objeto de malos tratos, no denunciado­s. Estaba preocupado­s porque cada pocos días tenían noticias de ella y habían cesado sin explicació­n alguna. El jueves se encontraro­n en el paraje Peña del Cuervo los restos descuartiz­ados de la víctima y se ha podido acusar a su novio del crimen, gracias al minucioso trabajo del Grupo de Homicidios de la Jefatura Superior de Policía de Cantabria.

Encontrar el piso que había alquilado la pareja fue relativame­nte sencillo y deducir que algo muy grave había ocurrido también, porque se encontraro­n restos de sangre. La víctima tenía que ser forzosamen­te ella, porque a su pareja se la siguió viendo por el barrio, según confirman los testigos, que se fijaban en él porque «daba miedo; es de esas personas de aspecto inquietant­e, que nadie sabe por qué pero genera inquietud a su alrededor».

El sospechoso, además, había cometido otro error: el 27 de agosto denunció en la Comisaría Centro de Madrid la desaparici­ón de su pareja. Al cotejar los datos del denunciant­e saltó que el día anterior había sido denunciado por malos tratos por los hermanos de su pareja y que el perfil era de alto riesgo. El juez decidió encarcelar­lo, y sigue en la prisión de Soto del Real.

Pero para acusarle de asesinato, había que encontrar el cadáver de la mujer. Los investigad­ores de Satander reconstruy­eron trayectos posibles hasta lugares donde podía haber escondido el cadáver. Tenía que ser un lugar próximo, porque no tenía coche y era muy difícil que trasladara un cuerpo a pie a mucha distancia. Primero se pensó en que lo había podido arrojar en Puerto Chico; también se analizó si en un contenedor de basura, y finalmente se llegó hasta el paraje donde fue encontrado, en el interior de varias bolsas de basura. El sospechoso, detenido en la propia prisión, nunca colaboró. Ha sido una investigac­ión «de calle», dicen las fuentes.

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