Palanca para la recuperación
«Hemos puesto en marcha la iniciativa del banco de buenas prácticas y una campaña de sensibilización para concienciar a las empresas de la diferentes demarcaciones camerales sobre las cambios en los modelos de producción, que van a ser clave en estos momentos, viniendo a ejercer como palanca para alcanzar la necesaria recuperación de la Comunidad», asevera Antonio Miguel Méndez Pozo, presidente del Consejo de Cámaras de Castilla y León, quien considera que las empresas de la región, en términos generales, sí se hallan sensibilizadas respecto a los objetivos del desarrollo sostenible, y para convencer a los que «les suene como lejano hacemos un esfuerzo de divulgación». Desde la entidad destacan la presencia de todos los sectores productivos en el banco, «como reflejo de nuestra diversidad empresarial, de lo mucho y bien que las empresas hacen en esta tierra, aunque a veces falta que nos lo creamos más. Son muchas las que ya están ejecutando alguno o varios objetivos de desarrollo sostenible en su modelo de presente y futuro», indica el presidente, quien se refiere a su importancia para alcanzar mayor productividad y competitividad.
A. MÉNDEZ POZO y de compromiso por una sociedad más justa, en un planeta más sostenible, se ha implicado activamente en estos objetivos», según indica su directora general, Belén Martín. Unos planteamientos que ya formaban parte de su cultura empresarial, y que ahora han tomado cuerpo en diferentes acciones, como el uso de materiales avanzados, ligeros, duraderos y reciclables para el transporte, como los que lleva el primer ferry rápido propulsado a gas del mundo, de Balearia, construido íntegramente en este material, «que tiene una gran ventaja sobre otros, al ser infinitamente reciclable». En el ámbito de la edificación, se han especializado en las mejoras de aislamiento para ganar eficiencia, con el uso de paneles larson y larcore, y estudian la posibilidad de que puedan llegar a captar incluso energía solar.
No menos relevante resulta a su apuesta por las personas, con aspectos relacionados con la salud y el bienestar –planes específicos y continua adaptación de la política de riesgos laborales–; la igualdad, donde curiosamente la empresa destaca por contar con mujeres en puestos de representación a pesar de ser una industria, y la formación, con un sistema de promoción interna basada en los méritos propios y colaboración activa con centros de FP y universidades, «porque nos implicamos en el diseño de las formaciones que la industria necesitará en el futuro. La Agenda 2030 recoge sin duda la demanda global de una sociedad que está reaccionando ante las graves amenazas que vive nuestro planeta. Para que este mensaje llegue a la ciudadanía, las empresas debemos ejercer de altavoz y ejemplo, haciendo públicos nuestros compromisos y buenas prácticas. Es esencial la concienciación del sector privado», concluye.
Legumbres
En 2017, la joven pareja formada por Pilar García y su esposo Julián decidieron dar el paso de plasmar su espíritu emprendedor en Arévalo, concretamente en la localidad de Tornadizos, donde siguieron la tradición del cultivo de legumbres en una tierra mesetaria donde el árbol escasea, que ya glosara Lope de Vega hace cuatros siglos cuando anduvo por estos lares. Así surgió El Rua, su apuesta por un modelo agronómico de marcado respeto al medio ambiente y concepto artesano, que produce tres variedades de alubia, dos de lentejas, dos de garbanzos y una de judiones. Aquí la mano del hombre apenas deja margen al uso de maquinaria: una de cribado, una cinta transportadora y poco más.
«La selección de la legumbre y el envasado se hace de forma manual, utilizando en este último la conocida talega de tela cosida a mano», indica Pilar, quien no entiende la agricultura sin poner en práctica los postulados de la sostenibilidad. Por ende, no deja de ensalzar el potencial de las legumbres, tanto desde el punto de vista de la alimentación humana en nuestra dieta como desde el propiamente agrario, «por su capacidad de aportar nitrógeno a la tierra». En su opinión, y ante la amenaza del cambio climático, «son parte de las semillas nutritivas para lograr un futuro sostenible del planeta». En la misma línea, forman parte de la marca Ávila Auténtica Oro y vienen colaborando con el Banco de Alimentos de esta provincia, como vía para materializar su solidaridad con los más desfavorecidos en esta calamidad originada por la Covid19.
Castilla y León