El sector privado pierde 749.000 empleos pese al colchón de los ERTE
▶La pandemia pone fin a seis años de creación de puestos de trabajo en España, eleva la tasa de paro al 16,13% y machaca al sector servicios ▶Casi 100.000 autónomos empleadores menos y el colectivo lanza un SOS al Gobierno para que evite una sangría de oc
El mercado de trabajo aún no se había recuperado de la crisis de 2008 cuando llegó el Covid y quebró seis años de recuperación del empleo. La furia de la pandemia ha zarandeado a las empresas y la ocupación ha sufrido con mucha intensidad, dejando un escenario desolador que solo comenzará a enderezarse con una vacunación masiva que permita la vuelta a la normalidad. 2020 se convierte así en el peor año desde 2012 en la estadística de la EPA. En doce meses se destruyeron 622.600 puestos de trabajo y la economía sumó 527.900 parados más, evolución que dejó la cifra total en 3,71 millones y la tasa sobre población activa en el 16,13%.
El escenario podría haber sido todavía más dantesco si el colchón de los ERTE no hubieran amortiguado el impacto de esta nueva crisis, cuyas heridas sobre el mercado laboral no se conocerán hasta que los casi 800.000 trabajadores que están con un expediente de regulación de empleo no se vayan incorporando a su puesto de trabajo. Si se suma el número de personas que perdieron su empleo en 2020 y el de ocupados en ERTE, el resultado es que el empleo efectivo cayó en casi 1,4 millones de personas. Las cifras hoy serían sensiblemente mayores, teniendo en cuenta que las restricciones y confinamiento por la tercera ola han engordado sensiblemente los trabajadores que están bajo el paraguas de los ERTE, que son considerados ocupados aunque estén cobrando el paro.
La destrucción de empleo puede decirse que prácticamente fue exclusiva del sector privado, dado que el público ganó 125.800 empleos en el año de la pandemia. En términos netos, la caída de la ocupación en el sector privado fue de casi 750.000 empleos, cifra que se compensó con los generados en el sector público. El resultado final fue que 622.200 trabajadores perdieron su empleo.
Más empleos en el sector público, pero también más precarios. La Administración superó por primera vez en su historia el millón de trabajadores temporales, con lo que la tasa sube al 30%, diez puntos más que la de los asalariados del sector privado.
La temporalidad es un desequilibro estrechamente ligado a nuestro mercado de trabajo. Un dato que da idea de la profundidad del problema es que el 66% del empleo destruido en el sector privado fue temporal. La tasa ya va camino en España del 25%.
El escenario laboral que dejó la pandemia provocó un reducción del 6,1% de las horas trabajadas. Un desplome que, eso sí, está lejos de la pérdida sufrida en el segundo trimestre del año cuando llegó a haber 3,6 millones de trabajadores en ERTE y un millón de personas perdieron su empleo. Entonces estas horas llegaron a caer casi un 30%.
Los servicios fueron los principales damnificados por la pandemia, sufrieron como nadie. En total perdieron 537.100 ocupados, lo que se traduce en que casi nueve de cada diez empleos destruidos pertenecieron a este sector. Le siguió la industria, que terminó el año con 70.100 trabajadores menos; y la agricultura, que perdió 11.800 ocupados. Solo la construcción se salvó de la quema con apenas 3.700 trabajadores menos. El sector ha luchado como ha podido para salir de esta pandemia.
Como ocurre en cualquier crisis, la población laboral más vulnerable es la que más ha sufrido el impacto tanto en forma de paro como de reducción de contratos a tiempo completo. El número de jóvenes en paro menores de 25 años subió en 109.600 a lo largo del año, lo que supone un 23,7% más, situándose la cifra total en situación de desem