YO, YO MISMO Y YO
Ya no hay quien se entere de nada, en ningún lado. Lo habéis convertido todo en un culebrón de esos que sirven para dormir mejor la siesta cuando no están los bichos de «La 2». Os empeñáis en querer ser los más listos, los más modernos, los más subversivos, los más cultos, los más ofendidos, porque sólo queréis llamar la atención. Lo necesitáis patológicamente, como tantas otras cosas blandas.
No os importa el mundo, os importa sólo que gire porque creéis que lo hace sólo a vuestro alrededor. Hemos retrocedido cinco siglos, da igual lo que diga la ciencia –que se revuelvan Copérnico y Galileo–, porque se ha impuesto que la tierra no gira alrededor del sol, ahora, por lo visto, lo hace entorno a vuestros ombligos: al de Irene Montero, al de James Rhodes y al de mi vecino el de abajo que se ha creído que vive él solo en el edificio y se pasa el día –y la noche– gritándole al ordenador. Nadie tiene ya intención de ser útil, mucho menos amable, por eso viven como si fuese un deber que todos le sirvan a ellos y como tampoco ocurre, lo convierten todo en un culebrón. Hace tiempo que no se trata de derechos, sino de privilegios.
Sólo así se explican las ganas que tienen de decir estupideces y expresarlas con superioridad de catedrático, como si nos estuvieran salvando de la ignorancia; cada día de una nueva. Y vienen a explicarnos las cosas, como si hubiesen inventado algo –tal vez el fuego–. Y si se les lleva la contraria se adueñan de la pólvora, porque prefieren que todo arda a escuchar una verdad que les contraríe.
A días también me siento tentado de que todo gire en torno a mí, sobre todo esos que se me escapa este individualismo feroz. Un individualismo que se disfraza de colectivismo únicamente para pervertir todas las causas, prioritariamente las justas. Cada uno intenta hacerlas suyas, que se fijen en él, firmarlo todo en mármol, pero como el mundo es muy grande y vislumbran con estupefacción que efectivamente no gira en torno a ellos, acaban agrupándose para pasar el rodillo sobre todos los demás; así sea el feminismo o cualquier otra causa en la que puedan pensar.
Antes se pasaba a cuchillo, ahora –con Twitter– se pasa a rodillo: a aquellos que discrepan, que hacen cosas, que proponen… A aquellos que no elevan su ombligo a un altar.