La muerte de Cloris Leachman me ha recordado el despertar sexual que proporcionaba el cine
El despertar sexual, si no se ha sufrido algún inoportuno y criminal abuso infantil, tiene mucho que ver con lo que hemos leído y visto en el cine. Catherine Millet ha escrito un libro sobre D.H. Lawrence y todavía me acuerdo de mi ejemplar de El amante de Lady Chaterley. Uno del Club Bruguera. En pasta dura y de color fucsia. Y allí dentro el refinado guarda Oliver Mellors y los orgasmos de Constanza Chaterley, casada con un hombre parapléjico tras la guerra y no demasiado amable. Una novela donde hasta se habla de que «se tendrán bebés en botellas y la sexualidad ya no será necesaria». La sexualidad sigue con salud.
Ha muerto la maravillosa actriz Cloris Leachmam a los 94 años. Es posible que no hayamos visto a nadie más tanto en la televisión. No es de extrañar que sea la actriz con más Emmy (con la querida y primera vicepresidenta Julia Louis-Dreyfus). Y no hay que ir a series de relumbrón como «El show de Mary Tyler Moore» o «Phyllis». Está en «Lassie» en «La dimensión desconocida» o en ‘El virginiano». Sin olvidar a esa pirada abuela de «Malcolm in the middle» Y, en el cine, «El jovencito Frankenstein», con su relincho de caballo. El de la inolvidable Frau Blücher a la que ha recordado Mel Brooks, que va a sobrevivir a todos.
El sexo de Cloris Leachman está en su papel de «La última película» (1971), de Peter Bodganovich. En esa infeliz provinciana que acaba en los brazos de un joven y pasmado Timothy Bottoms. Hay una escena con un poco de movimiento pélvico, que era lo que nos removía, lo que entonces (vale, ríanse) nos resultaba sexo explícito, expresión que no utilizábamos, claro. Pasaba también en «La mujer del teniente francés» (1981). Por no hablar de la masturbación de Clara Aldán (Charo López) en «Los gozos y las sombras». Pienso en los 41 años que tenía el personaje de Cloris en la película de Bodganovich y me da algo. Como cuando escuchas a Dalida con su «Il venait d’avoir 18 ans» y cantar al final que había olvidado que tenía 36 («Javais oublié simplement que j’avais deux fois dix-huit ans»). Voy a relinchar.