ABC (Castilla y León)

La familia militar se queda huérfana

- FIDEL GARCÍA MARTÍNEZ GIJÓN LUIS SOLANAS CEBOLLA ZARAGOZA

La muerte del arzobispo castrense monseñor Juan del Río ha sumido en el dolor a la gran familia militar española, tan duramente probada en estos tiempos de pandemia entre incomprens­iones ridículas de los que más debían velar por su dignidad.

El padre y pastor de las FF.AA. ha dejado a los soldados españoles sin un referente de serenidad, vitalismo y alegría, porque monseñor Juan del Río era el rostro visible de los cientos de capellanes castrenses que sirven a la Patria atendiendo a los soldados en todo lo necesario para templar su espíritu en mil batallas.

Él siempre estuvo entregado a sus funciones ministeria­les como párroco, docente, excelente comunicado­r, buen escritor y agudo articulist­a, pero además no tenía ningún inconvenie­nte en cambiar la mitra episcopal por los trajes de campaña militar cuando era necesario. Todo un ejemplo. El Señor lo tenga en su Gloria.

Descanse en paz. esto es así, pues nadie lo explica, señor Escrivá.

El sistema de pensiones es proporcion­al: el importe de las prestacion­es relaciona directamen­te las cantidades aportadas al sistema público y el periodo de cotizacion­es efectuadas. El cálculo de la pensión se inicia con la base reguladora, y proviene de las cotizacion­es que hayas realizado, y, por tanto, si han sido altas en tu vida laboral, la base tendrá que ser alta, incluso por encima de la pensión máxima. Esto ha permitido poder pagar las pensiones que se percibían mientras estabas cotizando, pues es un sistema de reparto: «Las cotizacion­es de los trabajador­es en activo financian las prestacion­es del momento».

Si a alguien con base reguladora de 3.300 euros le despiden dos años antes de su jubilación ordinaria, le aplicarían la penalizaci­ón sobre su base reguladora, pero si este queda por encima de la pensión máxima, primero la rebajan hasta la pensión máxima y luego aplican la penalizaci­ón, es decir, si le han despedido cerca de la edad ordinaria de jubilación, nunca recibirá lo que aportó, aunque haya aportado mucho más de lo que recibiría con la pensión máxima. Esto según Escrivá es un privilegio para los pensionist­as que las perciben con independen­cia de que hayas cotizado 40 ó 50 años por encima de la base máxima. Me parece un desprecio a las personas que pasaron su vida trabajando y aportando el máximo para mantener el sistema (también a las pensiones no contributi­vas). Si hablamos de sostenibil­idad, entonces ¿quién nos devuelve el dinero de la caja de las pensiones que se utilizó para otros fines por el Gobierno de turno? por sanidad– su vacuna asegurada en tiempo y forma.

Sabemos de la importanci­a de la educación y los beneficios que conlleva para la sociedad, y en este tiempo difícil que nos ha tocado vivir a todos, el colectivo de la enseñanza, como muchos otros, merece la máxima protección para realizar su cometido con garantías.

Ya sabemos que el ritmo de vacunación se está complicand­o, pero habría que tenerlos en cuenta.

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