ES URGENTE ESPERAR
Joe Biden ha firmado cuarenta y dos decretos en sus primeros días como presidente y ha tomado numerosas decisiones más sin vacilación alguna. Este uso intensivo y acelerado del poder de la Casa Blanca se justifica en parte por la necesidad de adoptar medidas urgentes contra la pandemia y la necesidad de volver a ocupar los espacios abandonados por Donald Trump en la esfera internacional. Pero otras órdenes ejecutivas buscan deshacer a toda prisa el legado conservador de su antecesor.
Biden no ha nombrado casi ningún representante del ala izquierda demócrata en su gobierno. A cambio, respalda a través de dichos decretos sus reivindicaciones en cuestiones raciales, de negociaciones colectivas o en el terreno de la salud. El presidente que prometió hacer de la palabra unidad la aspiración central de su mandato tampoco ha incorporado a ningún republicano a su gabinete y no duda en complacer a los votantes demócratas más movilizados y escorados.
Pero los retos domésticos a los que tiene que hacer frente requieren un programa legislativo ambicioso, que solo será posible a través de objetivos compartidos y un consenso bipartidista. La mayoría demócrata en las dos cámaras es demasiado exigua. En especial las normas de procedimiento y costumbres del Senado permiten bloqueos difíciles de salvar con la mitad más uno de los votos. El primer test es el paquete gigante de ayudas económicas frente al Covid-19 que quiere aprobar el presidente. El problema de fondo sigue siendo la influencia del trumpismo sobre los legisladores republicanos. Aún no está claro si el partido de Lincoln evolucionará hacia posiciones más centradas. Algunas de las primeras medidas del nuevo presidente ayudan a que republicanos muy diversos sigan unidos en una extraña coalición a favor de la libertad económica, combinada con propuestas sociales conservadoras y reivindicaciones antisistema, con portavoces incendiarios como su cara visible.
Biden sabe que es urgente esperar al desenlace de la batalla interna en la oposición, en la que no está claro que gane la moderación. Sin embargo, en medio del temporal de la pandemia, es fácil convencerse de que el poder recién estrenado es para usarlo.