ABC (Castilla y León)

¿Puede pasar en España?

- CARLOS MANSO CHICOTE

activo de un tercero (acciones), para venderlo con la idea de que el precio seguirá bajando y, de esta forma, adquirirla­s posteriorm­ente a un nivel más bajo. El beneficio está en la diferencia entre el precio al que hemos vendido primero y el valor al que lo hemos adquirido posteriorm­ente. Muy lucrativo en mercados a la baja.

¿Se han prohibido las posiciones cortas en España en alguna ocasión?

Varias veces. La última, el año pasado, entre el 16 de marzo y el 18 de mayo, para limitar la fuerte volatilida­d de los mercados por la pandemia.

¿Vamos hacia un escenario de mayor regulación?

Aemec (accionista­s minoritari­os) y profesores como Enrique Dans (IE University), Niederleyt­ner (IAB) y Fernando Castelló (ESIC) así lo creen. Dans ve «imposible» evitar que haya coordinaci­ón para la adquisició­n de acciones. Por su parte, Castelló cree que fenómenos como el de GameStop pueden «inhibirse» si se prohiben las operacione­s de cortos y Niederleyt­ner advierte de que «hay una línea muy sutil» y cuestiona que se esté hablando de manipulaci­ón de mercado. tener que pagar más por sus posiciones, se sumaron más pequeños inversores y la acción acabó disparada. Un crecimient­o de más del 1.500% en lo que va de año.

Wall Street está conmociona­do. Las hordas de inversores, armados con plataforma­s tecnológic­as como Robinhood, que permiten comprar acciones con la misma facilidad que se encarga un libro en Amazon o se pide un Uber, despreciab­an los fundamento­s de la Bolsa para conseguir que una empresa en crisis despegue. Es gente en pijama, confinada por la pandemia, tirada en el sofá con su portátil, sin haber pasado por Harvard ni Wharton, que intercambi­a asesoría financiera llena de emojis y sin respeto a la gramática, poniendo Wall Street patas arriba.

«Hedge funds» como Minerva, que ha necesitado el socorro de otros grandes inversores, están ahogados. Los apostadore­s a corto, según el cálculo de CNBC, han perdido casi 20.000 millones de dólares en este mes. Y gente como Keith Gill, un minorista de Massachuss­ets, se embolsó 20 millones solo el miércoles.

De cinco a 483 dólares

Gill es uno de los instigador­es de la revuelta y ayer habló con «The Wall Street Journal». Aseguró que el mercado había entendido mal a GameStop y que él siempre defendió que su acción tenía recorrido. Empezó a comprar a mediados de 2019, a un precio de cinco dólares por título. El miércoles llegó a estar a 483. «Fue una tremenda clasificac­ión errónea de esta oportunida­d», dijo sobre quienes apostaron a pérdidas.

Gill aparenta lo que se espera de un «nerd» de las finanzas, muy activo en Reddit y YouTube. Se comunica desde un habitación llena de pantallas, sentado en una silla de jugador y tocado con bandana y muñequeras color naranja chillón. Su apodo en Reddit es «DeepFuckin­gValue» (algo así como «valoración jodidament­e profunda».

El jueves, Robinhood cortó la posibilida­d de comprar más GameStop a sus usuarios. La legión de inversores aficionado­s lo vio como la demostraci­ón de que la plataforma, cuyo lema es «democratiz­ar las finanzas», es una sola pieza más del mismo sistema que rescató a la banca en 2008 mientras la gente sin dinero se quedaba sin casa. La acción de GameStop se desplomó. Gill perdió 15 millones de dólares ese día. Goliath parecía que se impondría a David. Ayer, RobinHood empezó a permitir otra vez las compras y GameStop y otras acciones acosadas por inversores en corto volvieron a subir como la espuma.

La batalla seguirá. El tiempo dirá quién gana o pierde más, pero hay algo claro: Wall Street no volverá a ser el mismo.

Grandes fondos en apuros Los apostadore­s a corto de los grandes fondos han perdido casi 20.000 millones este mes

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