MONTELARREINA, ESE TREN
Montelarreina, a diez kilómetros de Toro, es un antiguo campamento militar de instrucción abandonado hace 24 años, cuando el Ministerio de Defensa decidió que aquellas hectáreas eran inservibles a sus fines y se llevó a los militares y, con ellos, buena parte de la vida de la provincia.
Nadie diría al pasar por sus desvencijadas instalaciones que en su día fue un referente de las milicias universitarias. Recuerdo, siendo niña, mirar fascinada aquellas tiendas redondas como pequeñas carpas de circo, y el sonido que rompía el cielo desde el monte de San Miguel en días de maniobras, que era como presenciar en directo, al otro lado del Duero, las películas bélicas del cine.
Aunque no salgan en las fotos, fue un grupo de empresarios toresanos y zamoranos y el propio alcalde de Toro, Tomás del Bien –un verso suelto en la política, expulsado por el peor PSOE tras una decisión vergonzosa de Ferraz–, quienes iniciaron en la sombra el proceso de la reversión de los terrenos o bien de la rehabilitación del campamento, dentro de los planes de Defensa de redistribuir sus batallones. Zamora, donde la sangría demográfica es imparable, ganaría así dos batallones de Tierra, unos 1.400 soldados, y unas instalaciones que generarán 40 millones de euros anuales.
Por eso la promesa electoral de Pedro Sánchez para devolverle la vida al campamento y a la provincia, sonaba a música celestial, a esperanza, en una tierra que tiene las carnes moradas de palos que ha llevado. Así su sangre, el vino de Toro, deja lágrimas color Nazareno en los manteles.
Pero las promesas son aire y en los planes del Gobierno no hay atisbo de cumplir con esa rehabilitación del campamento, esencial para llenar uno de los miles de huecos de la España Vacía. Caja Rural –esa casa a la que acuden las pequeñas asociaciones, cofradías, emprendedores y clubs que quedaron huérfanos al ser engullidas las cajas provinciales, convertidas en entes con mucho capital sin apenas corazón–, ha dado un paso al frente, gigante, definitivo, ofreciendo un millón de euros a fondo perdido y un crédito sin intereses para la financiación total del proyecto. Un paso que debe sacudir conciencias entre quienes no han hecho sus deberes e implicar a todas las administraciones y colores para que Montelarreina vuelva a ser lo que era. No hay excusa para no coger ese tren.
Como zamorana, hoy sólo toca dar las gracias.