El excapellán de Valladolid admite su «juego sexual» con una menor
▶ La Fiscalía eleva de tres a cuatro años la petición de cárcel para el religioso
La Fiscalía de Valladolid ha elevado de tres a cuatro años de cárcel la petición de pena para el excapellán de la iglesia de Las Angustias, O.F.L, acusado de abusos sexuales sobre una menor de 13 años. El religioso, por su parte, enmarcó el material que envió a la denunciante vía whatsapp en un «juego sexual», pero la acusó de engatusarle para luego someterle a chantaje entre ella, su madre y una tía.
Las explicaciones del ya excapellán no han convencido a la fiscal jefe, que en el trámite de exposición definitiva de conclusiones ha sumado un año más al calificar los hechos como un delito de corrupción de menores en concurso con otro de abusos sexuales.
A preguntas de su abogado, explicó que la relación con la niña se inició a finales de diciembre de 2019 ya que ésta acostumbraba a merodear por la parroquia junto a su madre para pedir limosna, sin que, según reiteró, en momento alguno, llegara a estar a solas con la menor. Sí reconoció que regaló a la menor un teléfono móvil, pero que los whatsapp entre ambos se vehicularon a través del terminal propiedad de la madre pero que usaba la niña. Según su versión, ella empezó a insinuársele y a mostrar cierta atracción hacia su persona hasta el punto de pedirle mantener algún encuentro íntimo.
Masturbación vía whatsapp
Admitió además que, a petición de ella, le envió a la menor sendos vídeos grabados en su baño, uno el 28 de diciembre de 2019 en el que aparece en paños menores tocándose las partes, aunque sin mostrar la cara, y un segundo en enero de 2020 en el que sí se le identifica perfectamente y en cuyas imágenes se le ve cómo se quita lentamente la ropa y se queda en calzoncillos, para luego sacarse el pene y masturbarse hasta eyacular.
Durante su declaración, O.F.L, respecto a un encuentro a las puertas del templo el 2 de enero de 2020, en el que llegó a tocar el culo a la menor en presencia de su madre, el interrogado dijo que plantó su mano en la nalga de la niña, pero alegó en su descargo que lo hizo de forma «fortuita, involuntaria». Sin embargo, ese mismo día, poco después, preguntó vía «was» a la menor qué le había parecido el palmeo de la nalga, «aunque siempre en ese juego de algo que había sido
Empezó él Sin descartar un chantaje, agentes de la Policía declaran que era él quien quería quedar con la niña
fortuito», se apresuró a apostillar en el juicio.
Fue a partir de ese momento cuando, tal y como sostuvo el acusado, las tres mujeres comenzaron a someterle a chantaje para no denunciar los hechos ante la policía. «Creo que la niña actuó guiada por la madre o por la tía, tengo esa convicción, de que todo estaba pensado de antemano, sobre todo por la insistencia de que se me viera la cara perfectamente identificable en los vídeos que mandaba», insistió O.F.L, quien mantiene que las tres mujeres de nacionalidad rumana, a cambio de su silencio, le pidieron 120.000 euros para comprarse una casa en Rumanía.
«Recuerdo la expresión en boca de la tía, que era la que llevaba la voz cantante, de que si no accedía a sus pretensiones me iban a denunciar y que iba a pasar 13 años en la cárcel», aseguró el excapellán, apartado de su tarea y en situación de «vigilancia eclesial» en su domicilio hasta aclararse lo ocurrido, tanto en vía penal como en la investigación canónica correspondiente.
La versión exculpatoria del religioso respecto de que la iniciativa fue en todo momento de la menor contrasta, sin embargo, con los testimonios realizados en el juicio por distintos agentes de la Policía Nacional que participaron en el volcado del contenido de los tres teléfonos móviles incautados, el de O.F.L, el que éste regaló a la niña —no aparece nada relevante— y, fundamentalmente, el de la madre de la pequeña en el que se recibieron los mensajes en diciembre de 2019 y hasta el 9 de enero de 2020.
Todos los agentes, a tenor de los whatsapp, coinciden en que quien llevaba la iniciativa y la voz cantante era el acusado. «Era él quien en todo momento trataba de quedar en casa de la menor a solas y ella le daba largas», declaró uno de los funcionarios. El testigo, al igual que sus compañeros, no descarta que los primeros mensajes los enviara la menor y los últimos la hermana de su madre, debido a las diferencias de sintaxis entre unos y otros y el mayor dominio del idioma de la tía, lo que sí vendría a avalar la tesis del chantaje.
Tras comunicar los hechos a la Policía, la niña, su madre y la tía declinaron denunciar y se negaron a entregar el teléfono móvil.Las dos mujeres y la menor permanecen desde entonces en paradero desconocido y contra las mismas sigue vigente una orden de búsqueda, no sólo para lograr que comparecieran en el juicio, sino también porque contra la madre y la tía se han abierto diligencias por posible extorsión.