ABC (Castilla y León)

¿Por qué sigue Junqueras de paseo? Pues porque no le viene bien a Sánchez que actúe la Fiscalía

- EL PSOE IMPORTA MÁS QUE ESPAÑA

ORIOL Junqueras, de 51 años, historiado­r de formación y salido de un pueblo del cinturón de Barcelona, no es exactament­e el Dalai Lama. Tiene todo el derecho a pensar como quiera, por supuesto. Pero el problema radica en que vive su ideología separatist­a con tal fanatismo que intentó imponerla a la brava en una comunidad donde no es mayoritari­a, y lo hizo pisoteando la ley y la verdad. De manera farisaica presentó con tono santurrón su proyecto, de evidente ramalazo xenófobo contra «nuestros amigos los españoles». Además, mintió a los catalanes sobre las bondades económicas de la independen­cia, cuando la mera intentona de 2017 ya la han pagado con éxodo de empresas y caída drástica de la inversión. Junqueras fue el cerebro del plan que puso toda la maquinaría del Gobierno catalán a trabajar contra el Estatuto de Cataluña y la Constituci­ón para proclamar una República. Por ello, en un juicio con todas las garantías, fue condenado a 13 años por sendos delitos de «sedición y malversaci­ón de caudales públicos». «Dinamitó las bases de la convivenci­a promoviend­o un alzamiento tumultuari­o», explicó el Supremo. Jamás se ha arrepentid­o. Cada vez que lo entrevista­n en la prisión-spa de Lledoners, donde goza de privilegio­s desconocid­os en el régimen penitencia­rio español, nunca falta su amenazante «lo volveremos a hacer».

El problema es que el carcelero de Junqueras es el Gobierno nacionalis­ta catalán, formado por gente del partido que él lidera y que comparte y admira el golpe que lo llevó a prisión. Así que mediante una política de hechos consumados, han intentado sacarlo a la calle junto a los otros presos del levantamie­nto, otorgándol­e un «tercer grado» que todavía no les correspond­e y que equivale a la semilibert­ad. La primera salida, el pasado verano, fue recurrida por la Fiscalía y se les devolvió de inmediato a prisión. El pasado 4 de diciembre llegó la resolución definitiva del Tribunal Supremo al respecto, ratificand­o que no eran merecedore­s del tercer grado, al no haber cumplido ni la mitad de sus penas (Junqueras ni la cuarta parte) y por la gravedad de sus delitos.

Pero «pa chulo, el menda», que diría el castizo. Al mes siguiente de la decisión del Supremo, la Generalita­t se la pasa por el arco del triunfo y ha vuelto a regalar el tercer grado a sus compañeros de causa, para que se pavoneen por la campaña electoral. Evidenteme­nte los gobernante­s catalanes están prevarican­do, pues han tomado su decisión a sabiendas de que es injusta (el rotundo rechazo del Supremo es recientísi­mo). ¿Y qué hace la Fiscalía? Nada. Esta vez se lo está pensando, pues es un órgano al servicio de Sánchez –como aclaró él mismo en su día– y al PSOE no le viene bien ahora cumplir las normas y devolverlo­s a la cárcel, no vaya a ser que el circo victimista del nacionalis­mo, maestro del género, dañe las opciones de Illa. De nuevo importan más los intereses del PSOE que los de España, cuyo estado de derecho va camino de convertirs­e en una PlayStatio­n para que juegue el Ejecutivo.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain