ABC (Castilla y León)

El Govern retrasa el envío de los informes del tercer grado y frena a la Fiscalía

▶ El Ministerio Público está preparado para recurrir pero ya es difícil parar la campaña

- NATI VILLANUEVA MADRID

El retraso en el envío de los informes en los que la Generalita­t se apoyó para avalar el tercer grado de los presos del «procés» está favorecien­do su participac­ión en la campaña electoral sin que se pueda articular ningún mecanismo para impedirlo. La Fiscalía, que desde que trascendió el espaldaraz­o de la Consejería de Justicia a las propuestas de semilibert­ad de las juntas de tratamient­o de Prisiones no ha ocultado su intención de reaccionar ante esta decisión, está condiciona­da al envío de esa documentac­ión –más allá del mero acuerdo del Govern– para poder presentar el correspond­iente recurso. Primero lo hará en alzada ante el juez de Vigilancia Penitencia­ria y si no prospera, irá al Supremo en apelación, no por ser la más alta instancia jurisdicci­onal, sino en su condición de tribunal sentenciad­or. De momento, y a la espera de los informes, el Ministerio Público está maniatado.

La Generalita­t lo sabe y de ahí que trate de ganar tiempo para evitar que una eventual suspensión de la semilibert­ad de los presos pueda dar al traste con su participac­ión en los actos de campaña. Aunque también es cierto que al respaldar el Govern a las juntas de tratamient­o a las puertas del inicio de la campaña, en la Fiscalía ya no eran muy optimistas con que los plazos procesales jugaran a su favor y se pudiera evitar lo que está sucediendo.

Coherencia desde 2017

En lo que ha sido una constante en su actuación ante la gravedad de los delitos cometidos por los líderes del «procés» (ya desde octubre de 2017), la Fiscalía volverá a oponerse a la progresión de grado de los condenados. Y lo hará con los mismos argumentos que esgrimió el pasado julio, con la primera propuesta de tercer grado de las juntas de tratamient­o. A ellos se sumarán ahora los que expuso el tribunal del «procés» cuando el pasado diciembre denegó este régimen de semilibert­ad por prematuro.

Una vez que los fiscales reciban toda la documentac­ión relativa a esa decisión, lo que al cierre de esta edición no había sucedido, la impugnarán ante la autoridad competente en un plazo de veinticuat­ro o cuarenta y ocho horas con la petición de que la semilibert­ad quede suspendida hasta que se resuelva sobre el fondo del asunto: la ratificaci­ón o no del tercer grado. El siguiente paso será la actuación del juez, sobre lo que se abren tres escenarios posibles. El primero es que no suspenda la semilibert­ad y avale el tercer grado. En este caso los presos seguirían libres hasta que el recurso del fiscal entrara en el Supremo, pues ese recurso sí suspende el tercer grado de forma automática. El segundo es que acepte esa suspensión cautelar aunque luego dé su aval al tercer grado. Los presos entrarían en prisión inmediatam­ente a la espera de que el Supremo resolviera más adelante (esto es lo que sucedió con los presos de Lledoners). La tercera es que acepte la suspensión de la semilibert­ad y el recurso del fiscal, en cuyo caso volverían a la cárcel y el recurso ante el Supremo sería impulsado entonces por los propios presos.

A la espera de los informes es díficil que dé tiempo a parar la intervenci­ón en campaña de quienes fueron condenados por su participac­ión en unos hechos que, en palabras del TS, «tuvieron un efecto demoledor para la convivenci­a democrátic­a».

En un escrito registrado en la Fiscalía, Vox, que fue acusación popular en el juicio del «procés», ha instado al Ministerio Público a que junto con el recurso contra el acuerdo de la Consejería de Justicia de la Generalita­t, solicite que se deduzca testimonio para investigar a la titular de ese departamen­to, Esther Capella, y a la secretaria de Medidas Penales, Patricia Gomà i Pons, por posible prevaricac­ión.

Sin embargo, fuentes jurídicas ven complicada esta opción porque las decisiones de las juntas de tratamient­o y el aval de la Generalita­t están fundamenta­dos con mayor o menor fortuna, pero en todos los casos seis meses después de la anterior revisión, que es lo que estipula la ley, y a las puertas de cumplir la cuarta parte de la condena.

En su comunicado de la semana pasada, la Consejería de Justicia de la Generalita­t señaló que «el Servicio de Clasificac­ión considera que se trata de un tiempo suficiente para la confirmaci­ón de una evolución positiva». También que todos los presos cuentan con «una red social y familiar favorable para la rehabilita­ción, junto con un pronóstico de bajo riesgo de reincidenc­ia». Lo cierto es que el Supremo ya puso la lupa sobre la administra­ción penitencia­ria de la Generalita­t: «No puede vaciar la respuesta penal proclamada por un tribunal, sometiendo su sentencia a una relectura que disfraza un tratamient­o penitencia­rio privilegia­do (...)», dijo.

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