TODO IRÁ BIEN
Que Vox no tenga las soluciones no significa que no señale problemas reales. Que los demás partidos no sean de extrema derecha no significa que no sean totalitarios. La CUP y Podemos son partidos de extrema izquierda, contrarios a la libertad y a su primera piedra, que es la propiedad privada. Decir, como dijo en el debate del domingo el representante de la CUP, que Vox tendría que estar vetado en los medios de comunicación públicos, es fascista e incita al odio. Acusar a Vox de nazis es lo mismo que responsabilizar a cuperos y podemitas de los crímenes de Stalin, con la diferencia de que yo nunca he escuchado a Abascal reivindicando al Führer y en cambio a los otros les he visto muchas veces cantando la Internacional con el puño alzado. Además, y aunque esto ya sea completamente otro debate, el nazismo fue una forma de socialismo.
Que Vox haga electoralismo barato y poco inteligente con el islamismo no significa que España, y muy particularmente Cataluña, no tengan un problema de peligrosísima penetración de este tipo de terrorismo. Lo que ahora dice la izquierda de Vox, antes lo decía del PP, contra el que el tripartito (2003-2010) intentó imponer aquel famoso «cordón sanitario» que por supuesto fue racista, en tanto que intentaba eliminar la mera existencia de la discrepancia. En 1996, diputados de CiU y de ERC abandonaron el Parlament porque el entonces diputado del PP, Julio Ariza, osó hablar en español.
Hablar en catalán en un debate para toda España es el oportunismo de los que ya sólo pueden ofrecer golpes de efecto, pero es también un desprecio al otro, y no basado en lo que hace sino en lo que es. A fin de cuentas, la independencia no se fundamenta en la libertad, sino en el «España
CUP y el odio Decir, como dijo el representante de la CUP, que Vox tendría que estar vetado en los medios públicos, es fascista e incita al odio
nos roba» y el «España nos mata», es decir, en la creencia de que existe una superioridad catalana que de haber tenido su Estado habría asegurado menos muertos por el Covid.
Vox no tiene un proyecto creíble para España. Ni creíble ni deseable. Pero crece en la hipocresía y en el relativismo de los que niegan los problemas para no tener que ensuciarse, y en el totalitarismo de los que en su esquema mental, un campo de reeducación es lo único que merecen los que les llevan la contraria. Y claro, cuando precisamente estos se juntan para llamarles «extrema derecha», las urnas se llenan de votos rebeldes. Y España tiene otro problema.