Christopher Little (1941-2021)
El agente de Harry Potter
EL que resultó ser uno de los encuentros económicamente más beneficiosos de la producción literaria contemporánea pudo no haberse producido nunca. Por un lado, Joanne Rowling, una madre soltera de 32 años, arruinada y en el paro; por el otro, Christopher Little, un autodidacta que tras haber ejercido un sinfín de oficios se reconvirtió en agente literario, ocupación en la que alcanzó cierta reputación, hasta el punto de considerarla solo como un «hobby», pues una cartera estable de una veintena de autores era, en su opinión, más que suficiente. Además, Little menospreciaba el género de literatura infantil.
Un detalle en el que no reparó la novelista en ciernes y en apuros cuando, atraída por el apellido del agente, «Pequeño», que daba nombre a su empresa, le envió los tres primeros capítulos de lo que sería «Harry Potter y la piedra filosofal», primera novela de la serie. Así las cosas, se dio de bruces con la negativa de Little. Sin embargo, uno de sus colaboradores, fascinado por el universo mágico del texto, le convenció de la necesidad de rescatarlo. Little, tras doce rechazos de editoriales, logró vender sus derechos por 2.500 libras, aunque solo para Gran Bretaña y con altas comisiones. Esa fue su genialidad: cuando el éxito abrumador del libro traspasó las islas, pudo negociar las tarifas más elevadas. Lo mismo ocurrió al ser despedido sin contemplaciones por Rowling en 2011. Aunque nunca se supo la cuantía del finiquito.