ABC (Castilla y León)

«Es una proeza, pero se puede»

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tante que enferma antes de estrenar y hay que cambiarlo; un cantante que llega a la función sin haber podido ensayar... Son nuevas circunstan­cias. Y cuando todo el mundo comparte esta actitud, se olvida el problema». «La clave ha sido poder hacer las pruebas en la propia sala –añade el músico granadino– y que se implicaran todos los músicos de la orquesta, los técnicos... Pudimos probar cosas diferentes, configurac­iones distintas. Así hemos ganado tiempo antes de empezar, porque lo que no podíamos era improvisar; no es cambiar a un músico de sitio, es reconfigur­ar la colocación de la orquesta».

Alteración en los ensayos

«Se ha hecho –continúa– una red perfecta, milimetrad­a, para que se respete el metro y medio de distancia entre músicos. Y funciona. Porque se han sacado del foso los dos grupos de instrument­os que son menos problemáti­cos a la hora del ‘ensemble’: en un lado, las trompetas y trombones, que precisamen­te en esta ópera es donde tienen menos presencia de todo el ‘Anillo’, no como las trompas, que están más ligadas a las maderas y las cuerdas; y, en el otro, la percusión, más liviana también con respecto a las otras óperas de la Tetralogía y las seis arpas, que tienen un papel muy puntual pero muy hermoso. Es un lujazo tenerlas, no todos los teatros lo hacen. Y cuando están en el foso hay que «Este ‘Siegfried’ es una proeza. Pero se puede hacer». Así de tajante es Pablo Heras-Casado, que ríe al contar que «los cantantes están muy agradecido­s. Todavía no se creen que estén aquí, cantando esta ópera en estos momentos. Hemos estado ensayando dos semanas ¡con mascarilla!, que puedo asegurar que no es lo mismo ensayar con mascarilla una ópera barroca que ensayar a Wagner, con papeles colosales que requieren físicament­e una fuerza extrema. Pero todos felices y agradecido­s de estar aquí. El ánimo es inmejorabl­e, y eso nos lleva en volandas».

«Tenemos –añade– un reparto espectacul­ar». Lo componen Andreas Schager (Siegfried), Andreas Conrad (Mime), Tomasz hacer un esfuerzo extra para que pase el sonido, pero en este caso, al estar tan cerca del patio de butacas, el color de las arpas va a ser un destello». Un destello que sonará a sus espaldas; los músicos situados en los palcos tendrán que

Konieczny (El viandante), Martin Winkler (Alberich), Jongmin Park (Fafner), Okka Von Der Damerau (Erda), Ricarda Merbeth (Brünnhilde) y Leonor Bonilla (Voz del pájaro del bosque).

«Siegfried», una ópera que se estrenó en Bayreuth el 16 de agosto de 1876 y llegó al Teatro Real veinticinc­o años después, en 1901, se presenta –como el resto de la Tetralogía– en una producción de la Ópera de Colonia (Alemania). La dirección escénica es de Robert Carsen, con el que han colaborado Patrick Kinmonth (escenograf­ía y vestuario), Manfred Voss (iluminació­n) y Jo Meredith (coreografí­a). Habrá ocho funciones de la ópera, entre el 13 de febrero y el 14 de marzo.

Junto a estas líneas, aspecto del Teatro Real, con los músicos en el foso y fuera de él, durante un ensayo. Arriba, varios vientos en uno de los palcos, con una mampara ante ellos. Abajo, Pablo Heras-Casado, dirigiendo seguir al director a través de una pantalla de televisión. «No va a haber ningún desajuste, ni va a alterar la escucha del público. Lo va a poder escuchar de una manera distinta».

También los ensayos han tenido que alterarse. «En la sala de ensayos, los músicos estaban muy juntos –explica Matabosch–, y las lecturas musicales de toda la orquesta se han realizado esta vez en la sala, lo que ha obligado a modificar el plan de ensayos, de montaje de luces y escenograf­ía... Pero lo hemos hecho con mucho tiempo, así que estamos muy tranquilos. Y hemos contado –destaca– con la colaboraci­ón de todos los músicos y los técnicos, que se han adaptado perfectame­nte a todos los cambios».

No terminan ahí las complicaci­ones: por el toque de queda a las 22 horas y las más de cinco horas que dura la ópera –con los intermedio­s, cinco horas y cuarto– ha habido que adelantar su horario a las 16:30. «Lo que vamos a hacer para facilitar las cosas al público, porque es un horario muy poco habitual, es anunciar la hora de comienzo de cada acto, de manera que, si por cuestiones de trabajo, o por otras circunstan­cias, no puede llegar al primer acto o al segundo, sepa cuándo puede incorporar­se». «Esta es una de las razones por las que el Teatro Real está siendo un ejemplo para otros teatros en estos momentos –concluye orgulloso Heras-Casado–; porque se buscan soluciones ante las dificultad­es en lugar de renunciar ante los obstáculos. Debemos sacar pecho. Lo que está consiguien­do en estos momentos es el espaldaraz­o definitivo al prestigio internacio­nal del Teatro Real».

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FOTOS: JOSÉ RAMÓN LADRA
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