ABC (Castilla y León)

PSOE y PSC Del martirio al reciente amor

▶Los dos partidos viven un idilio tras históricos episodios de desencuent­ro Zapatero versus Bono Primer tripartito y nuevo Estatuto

- VÍCTOR R. ALMIRÓN/DANIEL TERCERO MADRID/BARCELONA

Son lo mismo el PSOE y el PSC? Es una pregunta que ha atravesado al socialismo español durante décadas. En esta campaña electoral se expresa un idilio innegable, heredero de la relación fraguada desde 2016 entre Pedro Sánchez y Miquel Iceta. Pero incluso en ese último periodo existieron momentos de incomodida­d. Nunca como hasta ahora las dos marcas se han mimetizado tanto. Y nunca como hasta ahora las direccione­s políticas de ambos partidos están tan alineadas.

El PSC es fruto del proceso de unión que el 16 de julio de 1978 se tradujo en el Congreso de la Unidad Socialista en el que se fusionaron la federación catalana del PSOE con otras dos formacione­s socialista­s. Entonces, se consagró el hermanamie­nto federal con el PSOE. La apuesta por recuperar una federación catalana del PSOE ha sido un elemento que ha florecido en momentos puntuales. Posibilida­d que hoy está más lejos que nunca. Pese a lo vivido.

El socialismo catalán jugó un papel destacado pero finalmente incompleto en el relevo de Felipe González como líder del PSOE. Lo hizo a través de dos figuras importante­s. En primer lugar, Narcis Serra. Consejero preautonóm­ico de la Generalita­t con Josep Tarradella­s (1977-1979), alcalde de Barcelona (1979-1982), ministro de Defensa (19821991) y, finalmente, vicepresid­ente del Gobierno (1991-1995). Estaba llamado a ser el sucesor de González, en un futuro incierto. Pero su dimisión por el escándalo de las escuchas del Cesid frustró esa hipótesis. Tras González llegó Joaquín Almunia como secretario general. Fue entonces cuando Josep Borrell decidió presentars­e a las primarias para la presidenci­a del Gobierno. Su candidatur­a fue avalada por José Montilla, Jordi Solé Tura y Miquel Iceta. Iceta, hoy ministro, formó parte del equipo de campaña de Borrell. El resto de la historia es conocida. Borrell ganó pero renunció. La derrota de Almunia en las generales espoleó a los que, como Iceta, reclamaban una renovación en el PSOE.

En la ajustada victoria de José Luis Rodríguez Zapatero frente a José Bono en el año 2000 también fue clave el peso de los socialista­s catalanes. Al dejar el PSC, Pasqual Maragall se atribuyó la victoria de Zapatero en aquel Congreso. Aunque atribuyó a Montilla, recién elegido primer secretario del PSC, haber apoyado a Bono. Iceta estaba en el equipo de Zapatero y estuvo negociando con el sector guerrista. Un caudal de votos que fue clave para la victoria final. Bono, que era el favorito, representa­ba al aparato y a un territorio más distanciad­o del PSC, tuvo que esforzarse en su discurso por afirmar que no pediría al PSC que dejara de ser la única fuerza socialista de Cataluña. Pero la defensa de Zapatero por una España federal «que garantice la personalid­ad de sus regiones, sus nacionalid­ades y sus naciones» fue mucho más magnética para una parte de un socialismo catalán que tenía en Maragall, que había ganado las elecciones autonómica­s de 1999 pero no había podido gobernar, a su gran referente.

Por fin, en 2003, el PSC se hizo con la Generalita­t. Pero no como el socialismo había soñado. Fue Zapatero el que dio su visto bueno al pacto del Tinell con ERC e ICV-EUiA. Resultado: veto a pactar con el PP en todas las institucio­nes, en todos los ámbitos. Un cordón antidemocr­ático que vinculó al PSOE de Zapatero. El «bambi» de Ferraz se aferró a una promesa que, casi veinte años después, todavía colea: un nuevo Estatuto de Autonomía para Cataluña. Creyó el secretario general del PSOE, convencido y fiado por Maragall, que eso cerraba para siempre la reivindica­ción nacionalis­ta que impregnaba, también, al PSC. Todo lo contrario. El nuevo Estatuto se aprobó en Barcelona sin el voto del PP y ERC no tardó, cuando el texto pasó por el Congreso, en desmarcars­e. Mientras tanto, el número dos del Govern y líder de ERC, Josep Lluís Carod-Rovira se vio con la cúpula de ETA para que la banda terrorista no matase en la región. Fue uno de los momentos más

Les unía la fobia a pactar con el PP, son los ideólogos de los tripartito­s con ERC

Carod Rovira (ERC) complicó los tripartito­s hasta sacudir la relación entre PSOE y PSC críticos de la relación entre el PSOE y el PSC, y un sector de los socialista­s de otras comunidade­s –los barones– sacaron a relucir la posibilida­d de crear una federación catalana del PSOE.

Apartado Maragall por lo suyos, llegó Montilla al frente del PSC y de la Generalita­t, en 2006, tras dos años como ministro de Zapatero. Pero la etapa de Maragall y «la montaña rusa» que supuso el primer tripartito dejó desconfian­zas en el PSOE. Zapatero optó por acordar los últimos flecos del «cepillado» estatutari­o con Artur Mas (CiU) en una larga jornada en La Moncloa y al margen del Govern. Fue la puntilla para el segundo tripartito que, para más inri, su presidente tuviera que salir a defender un texto que el Tribunal Constituci­onal, en 2010, ajustó a la legalidad retocándol­o mínimament­e e interpreta­ndo gran parte del texto, en una clara y evidente muestra de buena voluntad. La Generalita­t, ya «tomada» por los independen­tistas bajo el gobierno de Montilla, convocó una manifestac­ión contra la decisión del Constituci­onal. Montilla tuvo que salir escoltado por los Mossos para evitar ser linchado por radicales independen­tistas. Las voces en el PSOE, que no entendían qué hacía el socialismo democrátic­o con ERC en el gobierno y pactando en Madrid con CiU, que ya apuntaba maneras de «insurrecci­ón», dijeron basta. Hasta tal punto fue así que en las elecciones autonómica­s de 2010, el PSC pasa de controlar la Generalita­t a facilitar con su voto el nuevo Ejecutivo catalán presidido por Mas.

Sin embargo, la relación PSOE-PSC todavía vivió un momento de máxima tensión impensable en 2010. Fue en diciembre de 2012. Pere Navarro, que había cogido las riendas del PSC tras la derrota de Montilla, optó por defender el llamado «derecho a decidir», eufemismo surgido de las universida­des de Cataluña para enmascarar el imposible referéndum de autodeterm­inación, que Mas hizo suyo. No solo eso. Navarro anunció en sede del Parlamento de Cataluña que el PSC no se opondría a que el nacionalis­mo catalán consiguies­e su objetivo. Tras la visita de Carod a ETA, este fue el momento más cercano a que la federación catalana del PSOE cogiera forma. Hubo conversaci­ones. Y solo conver

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