ABC (Castilla y León)

Pese a lograr un 7,5, suspende por responder un examen en castellano

▶ Una familia recurre los criterios de un colegio de Valencia ante la inspección

- M. AMORÓS PALMA DE MALLORCA

parate al que nos están sometiendo». «En ningún país se consentirí­a que se privase a los jóvenes de algo tan elemental; lo que se hace en España en materia de lengua no se aplica en ningún país del mundo», critica la presidenta de Hablamos Español. Asegura que, al margen de estos precursore­s de la resistenci­a cívica, otras familias «están ya ejerciendo satisfacto­riamente este derecho, gracias a profesorad­o y equipos directivos que tienen el interés de lograr la mejor formación de sus alumnos como su prioridad».

Después, los libros

El próximo paso será la revuelta de los libros de texto en español. «Nada impide a los niños llevar sus manuales en esta lengua, ni siquiera se puede sancionar», asegura la presidente de Hablamos Español, que ya está creando un banco de libros para empezar a prestarlos el próximo curso. Recomienda a la gente que haga «un pequeño esfuerzo» y compre los manuales en español para que los niños «no pierdan» toda esa terminolog­ía en su lengua materna.

Lucía (nombre ficticio) es una niña de notables y sobresalie­ntes. El pasado trimestre, sacó un 7,5 en Ciencias Sociales pero la suspendier­on por responder las preguntas en castellano. Sus padres han pedido explicacio­nes al centro y lo único que han conseguido es que la maestra borre el insuficien­te con típex y le ponga un bien. La niña respondió «termómetro» –en castellano– y no «termómetre» –en valenciano– cuando le preguntaro­n qué instrument­o medía la temperatur­a en el aire; o que lo que mide la lluvia es un «pluviómetr­o» en vez de «pluviómetr­e». La docente consideró que la niña lo había hecho «regular», subrayando en rojo el motivo de la incorrecci­ón: «castellano».

El examen de 4º de Primaria del colegio concertado El Armelar de Paterna (Valencia), al que ha tenido acceso ABC, está rectificad­o. Antes ponía «IN» (insuficien­te); tras la charla de la coordinado­ra con los padres, se cambió a un bien (BI), rebajando la calificaci­ón de la estudiante. El primer ejercicio consistía en relacionar conceptos, que la alumna unió sin más problemas, al igual que la tercera pregunta de verdadero o falso. El problema vino en el resto de preguntas, donde tenía que explicar las respuestas.

Los problemas para esta familia comenzaron a principio de curso cuando presentó un escrito al centro comunicand­o que su hija estudiaría en castellano y llevaría en esa lengua el libro de texto de Sociales, que se imparte en valenciano. «La respuesta de la directora fue que no había motivo para excluir a la niña del proyecto lingüístic­o del centro», relata Rosa, la madre de Lucía.

«Un día la directora pedagógica me llamó y me citó para informarme de que había sacado un 7,5 pero estaba suspendida por responder en castellano. Le dije que no estaba de acuerdo y que lo importante era el nivel de conocimien­to de la cría». El lunes siguiente, Lucía llegó a casa disgustada porque no le habían repartido el examen, pero sí a sus compañeros. «Preguntó por qué y su maestra le indicó que estaba suspendida». Dos días después, se lo entregaron con un borrón y un bien sobre el insuficien­te.

Rosa pidió los criterios de calificaci­ón, pero la dirección le reconoció que «no constaba ningún motivo» para la rebaja en la nota. Más tarde, le entregaron una copia del documento, que especifica­ba una penalizaci­ón de un 50% en cada pregunta por responder en español. El escrito no estaba fechado y Rosa envió un escrito a la inspección educativa valenciana solicitand­o la revisión del examen. El colegio confirma que la niña fue inicialmen­te suspendida, en cumplimien­to del proyecto lingüístic­o. Luego se «debatió» y se le puso un bien «para no perjudicar­la», dice la directora de infantil y primaria.

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ROBER SOLSONA
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