ABC (Castilla y León)

Johnson, fiabilidad de número uno

▶ El norteameri­cano no falla en Arabia y sigue dominando el circuito sin inmutarse

- MIGUEL ÁNGEL BARBERO CIUDAD ECON. REY ABDALÁ (ARABIA)

En el golf ha habido números uno del mundo de todo tipo. Algunos, como Greg Norman o Seve Ballestero­s, estaban encantados de ser los representa­ntes de su deporte y de poder transmitir sus valores por todo el planeta; otros, como Tiger Woods, se aprovechab­an de su posición cimera para ejercer una presión a modo de rodillo que acababa con la paciencia de todos sus rivales: el Tigre era el mejor porque no había nadie capaz de hacerle sombra. En cualquier caso, estas tres figuras contaban con una personalid­ad y un carisma innegables.

Sin embargo, de cuando en cuando surge una figura peculiar que es difícil de definir. Un golfista con un talento especial, que le lleva a lo más alto de la tabla, pero que no transmite lo más mínimo a los seguidores; alguien como Dustin Johnson, capaz de realizar lo mejor y lo peor sobre un campo de golf sin mudar el rictus de su cara, lo que no se sabe si es un indicio de su fuerte concentrac­ión el putt. Mas eso no no fue óbice para que terminara ganando por dos golpes el Saudi Internatio­nal, el torneo más importante de la gira del desierto. Es una gesta muy difícil de alcanzar, pues en los tres años que se ha celebrado ha quedado dos veces primero y una segundo. Está claro que está diseñada a su medida.

Carrera de luces y sombras

Con este nuevo éxito en Arabia, el vigésimo séptimo de su carrera profesiona­l, Dustin se consolida como número uno universal sin discusión. No sólo es el auténtico dominador del PGA Tour con 24 títulos (de ellos dos grandes y cinco mundiales) sino que es el auténtico rey del desierto cuando compite en el Europeo: a sus dos copas saudíes le añade también una Jarra dubaití en la final de 2013.

Lleva desde 2008 ganando al menos un campeonato por año, pero a nadie se le escapan esos momentos de desconexió­n mental en los que igual pierde un grande por apoyar un palo en un bunker que se retira durante seis meses por coquetear con las drogas. Su vida social (está casado con la hija de la estrella del hockey, Wayne Greztky) a menudo le ha lastrado, pues la popularida­d le desborda. Él lo único que quiere es darle golpes a una bola, lo más recto y lejos que pueda.

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