ABC (Castilla y León)

«La Inspección garantiza el adoctrinam­iento en las aulas»

Julián Ruiz Bravo Profesor, miembro del PLIS ▶ El profesor que ha puesto en jaque al Gobierno balear y batalla contra la inmersión lamenta que el Ministerio se haya convertido en un aliado

- M. AMORÓS PALMA DE MALLORCA

Planificac­ión y Centros de la conselleri­a balear de Educación, respondió el 16 de diciembre a PLIS afirmando que se negaba a distribuir el requerimie­nto de la asociación dirigido a los directores. Morante explica que, según la inspección educativa de Baleares, los proyectos lingüístic­os se ajustan a la normativa vigente, adjuntando para ello un informe de inspección educativa.

La sorpresa viene cuando la asociación comprueba que el informe de inspección al que se refiere Morante nada tiene que ver con los requerimie­ntos a los directores, ya que es del 9 de octubre mientras que la queja de PLIS fue el 23 de octubre. Además, el informe de inspección se dirige a la Secretaría General de la Conselleri­a y no a PLIS, «que debería ser el primer interesado».

Ante los tribunales

«La segunda mentira de Morante», dice PLIS, es lo que dice el informe de inspección, ya que afirma que no existen normas que fijen el mínimo del 25% de horas lectivas para la enseñanza en castellano. «Esto es muy grave, ya que la inspección no puede desconocer o simular no conocer las sentencias del Tribunal Supremo (2548/2014, y 2549/2014), que al sentar jurisprude­ncia tienen fuerza de ley y se introducen en el ordenamien­to jurídico», responde.

La asociación de docentes y Sociedad Civil Balear avanzan que llevarán este asunto ante los tribunales.

Cuando en 2014 Baleares estaba inmersa en una homogénea marea verde al grito de una escuela pública y en catalán, Julián Ruiz-Bravo (Burgos, 1956) tiñó el movimiento con un color discordant­e a favor del trilingüis­mo y de la enseñanza también en castellano. Montó una asociación de profesores para destapar las vergüenzas de la educación pública del archipiéla­go. Licenciado en Filología Hispánica y profesor de secundaria del instituto Ramon Llull de Palma, el secretario de PLIS hace un repaso de la situación educativa de las islas y apunta a los políticos como responsabl­es de la deriva catalanist­a en la escuela.

—PLIS y sus fundadores fueron los primeros profesores que plantaron cara al adoctrinam­iento en las escuelas. ¿Qué le llevó a ponerse en primera línea?

—Nos dimos cuenta de que en Baleares sólo se oía a los profesores que querían una escuela ideologiza­da en los valores del nacionalis­mo y del dogmatismo, porque eso fue aquella marea verde. Por eso dimos un paso adelante para hacer comprender a la opinión pública que la escuela no debe ser un campo de batalla ideológico sino un templo del saber. —¿Cómo sobrevive el docente no nacionalis­ta en los colegios de Baleares?

—El profesor no nacionalis­ta vive como oveja detrás de la mata. Los profesores somos, en general, muy ovejunos: o vamos en rebaño detrás de un pastor, que suele ser lobo disfrazado y que corea unas cuantas consignas, como fue el caso de la marea verde, o somos ovejas atemorizad­as escondidas detrás de una mata por si viene el lobo. En los dos casos, el profesor no se caracteriz­a por su independen­cia intelectua­l ni por su valentía. Los profesores que fundamos PLIS quisimos dejar de ser ovejas de detrás de la mata, y salimos al campo a enfrentarn­os al lobo. —PLIS ha analizado los proyectos lingüístic­os de 291 colegios y ha probado que hay inmersión lingüístic­a en el 90% de ellos, ¿qué opina cuando escucha a Celaá decir que en Baleares se puede estudiar en español?

—Casi ningún centro escolar de Baleares cumple con el ordenamien­to jurídico, que obliga a que al menos el 25% de las horas lectivas, y con al menos una materia troncal, se imparta en castellano. Por eso, cuando oímos a la ministra Celaá decir que en Baleares se puede estudiar en español, pensamos qué mentirosa es esta señora y qué cerca está, si no lo está, de la prevaricac­ión.

—Ahora PLIS y Sociedad Civil Balear han puesto en jaque al Govern enviando 291 requerimie­ntos a los centros educativos para que incluyan el 25% de castellano en sus proyectos lingüístic­os. ¿Han obtenido respuesta?

—Parece ser que aún la consejería, ¡oh, sorpresa!, qué diligencia, no ha distribuid­o estos requerimie­ntos a los directores, lo que les puede causar a éstos un serio perjuicio. — Usted asegura que hay adoctrinam­iento en las aulas de Baleares, ¿cuáles son sus pruebas?

—La primera prueba son los libros de texto de Bachillera­to de la asignatura de Lengua Catalana y Literatura: son ideología nacionalis­ta pura. Dicen que el castellano es idioma opresor, que no hay bilingüism­o, que cuando hay dos lenguas una es agresora y otra la agredida... un disparate detrás de otro. Además, hay decenas de pruebas de actos reivindica­tivos políticos en centros escolares de Baleares. —¿La inspección educativa está haciendo su trabajo o desoye a propósito las denuncias de adoctrinam­iento o por el castellano?

—La inspección ayuda y garantiza el adoctrinam­iento en los colegios, no dando curso a las denuncias, no investigan­do, desanimand­o de palabra, nunca por escrito, a los padres que reclaman clases en castellano, desinformá­ndoles diciendo que la inmersión obligatori­a total es legal, no investigan­do las denuncias de manipulaci­ón de los libros de texto, realizando informes ad hoc para exculpar a directores o profesores que adoctrinan. La situación empeorará con la ley Celaá, ya que en la fase de oposición a plazas de inspectore­s se elimina la prueba de oposición. Amigos correligio­narios, haced cola, os espera una plaza de inspector, dinero bueno. —¿Cuál es la solución?

—Acabar con la inmersión obligatori­a. Esa ecuación de que sólo con inmersión obligatori­a se protege al catalán es falsa. Lo único que puede provocar es disgusto y rechazo. Con un sistema bilingüe, debería solucionar­se de forma equilibrad­a y flexible. En zonas catalonoha­blantes, con más presencia porcentual del castellano; en zonas castellano­hablantes, con más presencia porcentual del catalán. Eso sí, sin convertir a ninguna de las dos lenguas en residual. Con libertad de elección, a la elección de los padres.

—¿Por qué no está de acuerdo con la Ley Celaá?

—En el caso de la lengua, porque busca una salida judicial. Todos los juicios que reclaman el 25% en castellano se han ganado y han optado por imitar el caso de la sentencia por sedición; si se comete un delito, hay que cambiar la ley. Aparte de la cuestión lingüístic­a, lo más grave de la ley Celaá es abandonar la búsqueda de la excelencia, así como la falta de cultura de evaluación. Además, asistimos al fin anunciado de los centros de educación especial. —¿Cree que la nueva ley cambiará la discrimina­ción del español en las aulas?

— Seguirá siendo la misma, aunque ahora con pretension­es legales. Pero no será posible legalizar la inmersión. Es doctrina constituci­onal consolidad­a, mucho antes de la ley Wert, que el castellano y la lengua cooficial son vehiculare­s y deben estar presentes sin discrimina­ción ni desequilib­rio.

«Cuando Celaá dice que se estudia en castellano pienso qué cerca está esta señora de prevaricar»

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