Una cola sin atajos
El proceso de inmunización masiva no consiste en repartirse de tapadillo las cajas de las vacunas que llegan del extranjero, como hizo buena parte del Gobierno saliente de Perú –cerca de quinientas personas, bien colocadas– con los viales de los laboratorios Sinopharm. Antes de que avance la investigación abierta por el Ejecutivo de Francisco Sagasti, la exministra peruana de Sanidad se vio ayer obligada a reconocer lo que calificó como el ‘peor error’ de su vida. Resueltos con dimisiones y destituciones, los escándalos locales que salpicaron el arranque de la campaña de vacunación en España han servido para inmunizar a la clase política contra la tentación de saltarse una cola que ahora se extiende por pabellones deportivos y grandes superficies y en la que de momento esperan turno los mayores de ochenta años. Hay tanta prisa como escasez de recursos. Moderna retrasa la entrega de las ampollas que tenía comprometidas y las autoridades comunitarias alertan contra la euforia que pueda provocar la caída del número de contagios en un escenario por el que circulan nuevas variantes del Covid. Vacunarse con cuentagotas es la solución para la enfermedad y la parálisis económica. La cola es larga y no hay atajos.
Arriba, titular del ‘Correo’ de Lima sobre el escándalo de la vacunación de miembros del anterior Gobierno peruano. Sobre estas líneas, inmunización de octogenarios en el pabellón del polígono Cabezo Beaza de Cartagena (Murcia)