En sus comparecencias diarias, se presentaba como la versión contraria del presidente ante el virus
En octubre publicó un libro en el que se jactaba de sus dotes de gestión de la crisis sanitaria
políticos rivales como Cuomo –el verano pasado responsabilizó al expresidente del brote en Nueva York por no cerrar antes las fronteras con Europa, buscó ir al ataque con la investigación de las muertes en residencias. Nueva York, donde más muertes se produjeron, era el principal objetivo. El Departamento de Justicia requirió información sobre esa política a Cuomo.
Pero no solo era Trump y su Gobierno el que buscaban esas respuestas. Los propios legisladores estatales y la prensa exigieron información a Cuomo sobre el impacto de su política en la tasa de mortalidad en las residencias y sobre los números reales. En sus apariciones diarias, cada vez que un periodista le preguntaba por el tema, a Cuomo se le torcía el gesto.
Esta semana, el gobernador, atacado por todos los frentes, ha tenido que reconocer que fue un «error» no proveer los datos y que fue algo que causó «vacío» y «desinformación». Pero, en su estilo combativo, defendió que los «hechos» dicen que «se hizo todo lo que se pudo» para salvar el máximo de vidas.
Carrera a la Casa Blanca
El escándalo pone el freno a un gobernador que apuntaba a salir de la pandemia como uno de sus héroes, a pesar de que, como casi todos los gestores, reaccionó tarde y con tibieza en las semanas decisivas de la crisis.
Pero su presencia diaria en las comparecencias, su consistencia y sus grandes dotes de comunicación consiguieron que se obviaran los traspiés iniciales y le convirtieron en un personaje idolatrado. En verano, ya se le consideraba favorito para las presidenciales de 2024.
En octubre publicó un libro en el que desgranaba «lecciones de liderazgo» sobre su gestión de la crisis, cuando esta todavía estaba –y está– muy lejos de desaparecer. En noviembre, poco antes de que los casos volvieran a dispararse, le dieron un premio Emmy por sus apariciones televisivas. Llegó hasta sonar como fiscal general de EE.UU. en la nueva Administración de Joe Biden, un cargo que le hubiera puesto cerca de la Casa Blanca.
El ocultamiento de las muertes de ancianos podría suponer ahora un cambio de rumbo para sus ambiciones políticas. Cuomo siempre ha negado que busque la presidencia. Pero eso podría ser tan veraz como el número de fallecidos en las residencias.