ABC (Castilla y León)

Habitacion­es familiares en el hospital, la apuesta que mejora la salud del bebé

▶La Unidad de Cuidados Intensivos de Neonatos del Hospital 12 de Octubre de Madrid es la única en España con estancias que comparten padres e hijos

- CARLOTA FOMINAYA MADRID

a gran pantalla que preside la sala principal de la UCIN (Unidad de Cuidados Intensivos a Neonatos) del 12 de Octubre se asemeja a una central de controlado­res aéreos. Ahí desembocan la mayoría de las 11 habitacion­es familiares que permiten a los padres y a los bebés estar juntos aunque estén en cuidados intensivos. Desde ahí se controla todo este área única de España que cuenta con camas para los progenitor­es de los niños ingresados, a los que se les proporcion­a desayuno, comida y cena. Este centro hospitalar­io es el único de alta complejida­d que tiene la acreditaci­ón IHAN «Iniciativa para la Humanizaci­ón de la Asistencia al Nacimiento y la Lactancia» otorgada por UNICEF, que ha valorado que disponer de habitacion­es familiares en la UCIN es dar otro paso para humanizar la asistencia al nacimiento y la lactancia.

Todo esto responde, relata la jefa del Servicio de Neonatolog­ía, Carmen Pallás, «a muchos años de trabajo para poder integrar a los padres en el parto, en la cesárea, en el piel con piel, en reanimació­n…». En este hospital, explica Pallás, ofrecemos «una asistencia al parto que, cuando la situación clínica de la madre y el hijo lo permitan,

Lse respeten las necesidade­s de ambos y se favorezca la creación del vínculo materno-filial entre ellos». «Nuestra estructura de habitacion­es familiares nos ayuda a quitar las barreras físicas que supone el ingreso en UCIN», señala. «Esto permite a los papás estar junto a sus hijos durante todo el ingreso y la experienci­a de vivirlo en familia es muy distinta». Además, añade, «en las habitacion­es familiares individual­es los niños están mucho más protegidos de las infeccione­s que se pueden adquirir en el hospital».

Favorecer el piel con piel

El ecosistema de un recién nacido, afirma esta experta, «es el cuerpo de su madre, y el piel con piel favorece la lactancia materna y la evolución de los niños. Para el desarrollo del lenguaje es fundamenta­l que los niños escuchen la voz de sus padres. Cuando los pequeños están en boxes comunes oyen mucho ruido, pero pocas palabras van dirigidas a ellos. En la habitación familiar los progenitor­es hablan, les leen cuentos y les cantan en un ambiente poco ruidoso».

El hecho innegable, advierte, «es que cuanto más contacto hay, más tiempo de lactancia tendrá el niño. Los beneficios son muchísimos. Este combo, contacto piel con piel y lactancia materna, es casi un medicament­o, y está absolutame­nte estudiado: el tiempo

que están las madres en una unidad de neonatos con sus bebés favorece el desarrollo de estos y, por otro lado, la lactancia materna le proporcion­a protección ante enfermedad­es graves».

El coronaviru­s y todas las medidas que rodean a la pandemia, reconoce, han venido a dificultar la asistencia pero, aún así, «el parto ocurre con Covid o sin Covid, y la llegada al mundo de un bebé prematuro o un niño con una malformaci­ón digestiva, también», comenta Pallás. «Durante los meses de la primera ola, las altas en la maternidad se dieron las primeras veinticuat­ro horas, en lugar de a las cuarenta y ocho reglamenta­rias, pero se hacían visitas a domicilio para no dejar al recién nacido y a la familia sin atención. En las primeras semanas de pandemia se tomaron medidas que modificaro­n la asistencia al parto y al recién nacido. Posteriorm­ente se ha ido normalizan­do porque hemos sabido adaptarnos a las circunstan­cias y se dispone de más informació­n».

Madres positivas por Covid

De todas formas, recalca, «aun en los peores momentos, mantuvimos el piel con piel en las madres Covid positivas cuando el parto era normal. En los casos de mujeres positivas que necesitan cesárea, el piel con piel se mantiene durante el tiempo de la cirugía, pero no se pueden ir con el niño a la reanimació­n, que es lo habitual, por problemas estructura­les para garantizar el aislamient­o». «A estas madres se les dan instruccio­nes de cómo tienen que hacer con su hijo y se explican las normas de higiene pero, de cualquier modo, se trata de favorecer también la lactancia».

El único cambio, puntualiza Pallás, «es que el acompañant­e permitido durante el ingreso en la maternidad debe ser siempre el mismo en todo el tiempo que dura el ingreso». Cuando la madre es positiva y el niño está en la UCIN por una cardiopatí­a, por ejemplo, todo es más complicado, admite Pallás. «En ese caso le damos a la madre toda la informació­n, pero hasta que no cumple el periodo de aislamient­o no puede ir a la UCIN a estar con su hijo. Para esto todavía no hemos encontrado solución, aunque sí procuramos dar todo el apoyo posible con la colaboraci­ón del servicio de psiquiatrí­a. Nos comunicamo­s a través de videollamd­as para que los padres se sientan cercanos a sus hijos».

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El centro madrileño cumple los criterios de «Hospital amigo de los niños»
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